Cirilo
Lib. 9: PG 74, 266
Cuando aparezca Cristo, entonces también vosotros apareceréis juntamente con él, en la gloria
Después de su resurrección de entre los muertos, devuelta a su primitivo estado nuestra naturaleza, liberado el hombre de la corrupción, en calidad de primicias y en su primer templo, ascendió Jesús a Dios Padre, que está en los cielos. Pero transcurrido un breve intervalo de tiempo descenderá nuevamente —según creemos—, y volverá otra vez a nosotros en la gloria de su Padre, acompañado de sus santos ángeles, para convocar a todos, buenos y malos, al tremendo tribunal.
En efecto, todas las criaturas comparecerán a juicio: y retribuyendo lo que es equitativo de acuerdo con el mérito de la vida, dirá a los que estarán situados a su izquierda, esto es, a cuantos en el pasado se guiaron por sentimientos mundanos: Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. En cambio, a los de su derecha, es decir, a los santos y a los buenos, les dirá: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Convivirán, pues, y co-reinarán con Cristo y disfrutarán con grandísimo placer de los bienes celestiales, hechos semejantes a él en la resurrección, liberados de los lazos de la antigua corrupción, rodeados de larga e inefable vida para vivir eternamente con el Señor que vive para siempre. Y que han de vivir incesantemente con Cristo quienes hubieran vivido una vida buena y virtuosa, contemplando su divina e inefable belleza, lo declaraba Pablo cuando decía: Pues él mismo, el Señor, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor.
Y dirigiéndose a quienes se esforzaron en mortificar las concupiscencias mundanas, dice nuevamente: Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en la gloria. Por lo cual, para resumir en pocas palabras la fuerza y el significado de este texto, diré que los que aman los males del mundo caerán en el infierno y serán arrojados lejos de la presencia de Cristo; en cambio, los amantes de la virtud y cuantos hubieren custodiado íntegras las arras del Espíritu convivirán con él, vivirán en su compañía y contemplarán su divina hermosura. Será —dice— el Señor tu luz perpetua, y tu Dios será tu esplendor.