Comentarios Bíblicos: Por perícopa

Jn 5, 31-47: La obra del Hijo (ii) - Salvar


Catena Aurea: comentarios de los Padres de la Iglesia por versículos


Crisóstomo in Ioannem hom. 39


31-32. Como Jesucristo había anunciado cosas grandes de sí mismo y no las había demostrado, para probar lo que había dicho sigue hablando con el fin de excitar la oposición de los judíos, diciendo: "Y si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero". ¿Quién no se admirará cuando oiga que Jesucristo dice esto? Porque en muchas ocasiones aparece como dando testimonio de sí mismo. Y si todo esto no es verdad, ¿qué esperanza puede quedarnos de poder alcanzar la salvación? ¿En dónde encontraremos la verdad cuando la misma Verdad dice "mi testimonio no es verdadero"? Mas dijo esto: "no es verdadero", no en cuanto a su dignidad, sino en cuanto a lo que sospechaban aquéllos a quienes se dirigía. Podían los judíos contestarle, por lo tanto: por eso no te creemos, porque ninguno que da testimonio de sí es digno de ser creído. Además, después de esta oposición les da otras contestaciones muy claras y muy terminantes, citando tres testigos de lo que había dicho: las obras que había realizado, el testimonio del Padre y la predicación de San Juan; poniendo en primer término al menor, esto es, el testimonio de San Juan. Por esto dice: "Hay otro que da testimonio de mí", etc.

33-35. Pero según antes se entiende, pueden decirle: si no es verdadero tu testimonio, ¿cómo dices: he conocido que es verdadero el testimonio de Juan? Por tanto, para contestar a las sospechas de éstos, les responde diciendo: "Vosotros enviasteis a Juan", etc., como si dijera: no hubiérais enviado donde Juan si no hubiéseis creído que era digno de fe. Y lo que es más, no le enviaron a preguntar acerca de Cristo, sino acerca de él mismo. Porque los enviados no dijeron: ¿qué dices de Jesucristo?, sino: ¿tú quién eres? ¿qué dices de ti mismo? Por tanto, tenían formado un alto concepto de aquel hombre.

También el testimonio de Juan era el testimonio de Dios, que hablando por medio de él dijo lo que dijo. Y para que no digan: ¿de dónde consta que Juan aprendió de Dios lo que aprendió?, diciendo esto, aclaró la duda de aquéllos: "Mas digo esto para que os salvéis", como si dijera: Yo en realidad soy Dios que existo por mí mismo, y no necesitaba de esta especie de testimonio humano. Pero como vosotros creéis más bien a Juan y le creéis más digno de fe que a todos los demás, y como no me creéis ni aun cuando hago milagros, por esto os recuerdo su testimonio. Y para que no digan ¿qué hay con que aquél lo haya dicho si nosotros no lo hemos recibido?, les manifiesta que efectivamente no habían aceptado lo que había dicho San Juan. Por esto sigue: "El era una antorcha que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis por breve tiempo alegraros con su luz". Respecto a esto que dijo: "Por breve tiempo", dio a conocer la facilidad con que habían creído y la prontitud con que habían olvidado lo que le habían oído. Lo cual, si no hubiese sucedido, hubiesen sido llevados hasta Jesús como de la mano. Llamándole antorcha, da a conocer que no tenía luz propia, sino que la recibía de la gracia del Espíritu Santo.

Os cito a San Juan, no porque necesite de su testimonio, sino para que os salvéis. Porque yo tengo un testimonio mayor que el de Juan. Y esto es lo que dice a continuación: "Pero yo tengo mayor testimonio que Juan", y éste es el que procede de las obras. Por esto sigue: "Mas las obras que me dio el Padre para que yo las ejecute, ellas mismas son las que dan testimonio de mí".

37. ¿Cómo, pues, Moisés pregunta si aconteció alguna vez que un pueblo oyera la voz de Dios que hablaba en medio del fuego como tú le has visto y has oído?, y ¿cómo se dice que Isaías y otros muchos le vieron? ¿Qué es, pues, lo que ahora dice Cristo? Los conduce a una doctrina filosófica, enseñándoles poco a poco que no hay en Dios ni voz ni figura, sino que es muy superior a tales formas y al lenguaje material. Así, cuando dice: "Ni habéis oído su voz", no expresa que Dios tenga una voz que sin embargo no puede oírse; y lo mismo al decir: "Ni habéis visto su figura", no indica que Dios tenga forma sensible y visible, sino al contrario, que nada de esto hay en Dios.

38. Tampoco les era posible asegurar que hubiesen recibido y guardado sus preceptos, de aquí es que añade: "Y no tenéis estable en vosotros su palabra". Esto es, los preceptos de Dios, aunque Dios los ha constituido, sin embargo no están entre vosotros. Si es así que las Escrituras enseñan en todas partes que creáis en mí y vosotros no creéis, es cosa clara que su palabra se ha apartado de vosotros. Y por esto añade: "Porque al que El envió, a Este no creéis".

39-40. También puede continuarse hablando de este modo: podrían decir aquéllos, ¿si no hemos oído su voz, cómo podremos saber que Dios da testimonio de ti? Y por esto dice: "Examinad las Escrituras", manifestando que Dios ha dado testimonio de El por medio de las Escrituras. También en el Jordán y en el monte dio testimonio de El, mas no oyeron la voz que resonó en el monte. Y aunque oyeron la que resonó en el Jordán, no le prestaron atención. Por esto los remite a las Escrituras, manifestando que el testimonio del Padre está en ellas. Mas no los remitía a la simple lectura de las Escrituras, sino que les encargaba el examen detenido, porque lo que en las Escrituras se encontraba respecto de El estaba velado por encima y no se expresaba en la superficie, sino que estaba escondido en lo profundo, a manera de un tesoro. Y no dice: en las cuales tenéis la vida eterna, sino: en las que creéis tenerla, manifestando que no sacaban el grande y noble fruto de las Escrituras, creyendo que podrían salvarse únicamente con leerlas sin fe. Por lo que añade: "Y no queréis venir a mí", porque no querían creer en El.

41. Como el Señor había hecho mención antes del testimonio de San Juan, del de Dios y del de las obras de sus siervos para atraerlos más hacia sí, era probable que muchos creyesen que decía esto porque deseaba la gloria de los hombres. Y con este fin, dice en contra de esto: "No recibo la gloria de los hombres". Esto es, no necesito, porque mi naturaleza no es de tal manera que necesite la gloria que procede de los hombres. Y si el sol no recibe aumento de luz de la luz de otra antorcha, con mucha más razón no necesito de la gloria humana.

42. "Mas yo he conocido que no tenéis el amor de Dios en vosotros.” Como diciendo: y por eso he dicho esto, para convenceros de que no me perseguís porque amáis a Dios; porque El da testimonio de mí por medio de las obras y por medio del Espíritu Santo. Sucedería, pues, que así como me despreciáis, creyendo que soy enemigo de Dios, ahora vendríais a mí si amaseis a Dios, pero no le amáis. Y les dio a conocer que esto era verdad, no sólo por lo que había pasado, sino por lo que habría de suceder, diciendo: "Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me habéis recibido: si otro viniere en su nombre, le recibiréis". Y dice que ha venido en nombre del Padre para deshacer toda ocasión de impiedad.

43-44. De este modo, pues, pone de relieve la falta de religiosidad de aquéllos. Como diciendo: si me perseguís porque amáis a Dios, mucho más conviene que lo hagáis con el Anticristo. Porque él no dirá que ha sido enviado por el Padre, ni que ha venido para hacer la voluntad de El, sino que por el contrario, usurpando lo que no le pertenece, dirá que es Dios, y que está sobre todas las cosas. Por lo que se da a conocer que perseguían a Jesucristo por envidia, y por su aversión a Dios. Además expone la causa de su infidelidad, diciéndoles: "¿Cómo podéis creer vosotros, siendo así que aceptáis mutuamente la gloria, y no buscáis la gloria que sólo viene de Dios?" Aquí les manifiesta repetidamente que no tendían hacia las cosas de Dios, sino que querían defender sus propias pasiones.

45. “No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza.” Esto es, porque no he venido a condenar, sino a salvar. "Otro hay que os acusa; Moisés, en quien vosotros esperáis". Así como de la Escritura había dicho antes "en la que vosotros suponéis la vida eterna", así dice de Moisés, "en quien esperáis", encerrándoles en sus propios argumentos. Pero dirían: ¿Y cómo nos acusará aquél? ¿Qué de comparable hay entre tú y Moisés, siendo así que no guardas el sábado? Y por esto añade: "Porque si creyéseis a Moisés, también me creeríais a mí; pues él escribió de mí". Esto tiene sus fundamentos en las anteriores pruebas. Y estando demostrado por mis obras, por el testimonio de Juan, y por el de mi Padre, que he venido de Dios, comprenderéis que Moisés os acusará, porque dijo: "Si viene alguno haciendo milagros, encaminando hacia Dios y prediciendo con verdad lo que ha de suceder, convendrá obedecerle". Y Jesucristo hizo todo esto, y sin embargo no le creyeron.

47. >“Si no creéis en los escritos , ¿cómo vais a creer en mis palabras?”Y en realidad, si se fijaran en lo que se les decía, le hubieran rogado que dijera qué era lo que Moisés había escrito acerca de El, pero se callaron. De tal condición es la maldad, que por más que vea u oiga continúa guardando siempre su veneno.

Alcuino


31-32. Como Jesucristo era Dios y hombre, manifestó que tenía propiedades de las dos naturalezas, hablando en alguna ocasión acerca de que había tomado la naturaleza humana, y en otras dando a conocer la majestad de su divinidad. Por tanto, cuando dice: "Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero", etc., esto debe entenderse respecto de la humanidad. Y éste es el sentido: si yo, hombre, doy testimonio de mí mismo (esto es, prescindiendo de Dios), mi testimonio no es verdadero. Por esto sigue: "Otro es el que da testimonio de mí". Porque el Padre es quien da testimonio de Jesucristo, puesto que en su bautismo se oyó la voz del Padre, como también en el monte, cuando Jesucristo se transfiguró. Prosigue: "Y sé que es verdadero el testimonio de El", porque Dios es la verdad. Y el testimonio de la verdad ¿puede menos de ser verdadero?

33-35. Juan dio testimonio, no de sí, sino de la verdad, y por ser amigo de la verdad dio testimonio de la verdad, esto es, de Cristo. Y no rechazó el Señor el testimonio de Juan, que ciertamente fue necesario, sino que manifestó que no debían los hombres dirigirse a San Juan sin darse cuenta que Jesucristo era el único de quien necesitaban.

Porque Juan era antorcha, iluminado por Jesucristo, que era la verdadera luz. Juan ardía en la fe y en el amor, y brillaba por la palabra y por la obra, y había sido enviado antes para confundir a los enemigos de Jesucristo, según aquellas palabras del salmo ( Sal 131,17-18): "He preparado la antorcha para mi Cristo, y llenaré de confusión a todos sus enemigos".

Como da vista a los ciegos, oídos a los sordos, palabras a los mudos, arroja a los demonios y resucita a los muertos, todas estas obras dan testimonio de Jesucristo.

37. Mas los judíos podían decir: nosotros únicamente acostumbramos a oír su voz en el monte Sinaí, y lo hemos visto en la forma de fuego; por tanto, si Dios diera testimonio de ti, nosotros hubiéramos conocido su voz. Pero contra esto dice: yo tengo testimonio del Padre aunque vosotros no lo comprendáis, porque vosotros "nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su imagen".

No puede Dios ser conocido por los oídos carnales, sino por espiritual inteligencia mediante la gracia del Espíritu Santo. No oían, pues, la voz espiritual, porque no querían amarle y obedecer sus preceptos, ni ver su figura, porque ésta no puede ser contemplada con los ojos carnales, sino con la fe y el amor.

39-40. No tienen en sí constantemente al Verbo que era en el principio, los que oyendo la palabra de Dios desdeñan el tenerla siempre presente y ajustar a ella sus obras. Había dicho que El tenía el testimonio de Juan, el de sus obras y el del Padre. Y ahora añade que también la Ley, que fue dada por Moisés, da testimonio de El, diciendo: "Examinad las Escrituras en las cuales creéis tener la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí". Como diciendo: vosotros, que creéis tener la vida eterna en las Escrituras y me rechazáis como contrario a Moisés, podéis comprender que yo soy Dios por las palabras del mismo Moisés, si examináis cuidadosamente las mismas Escrituras. Toda la Escritura da testimonio de Jesucristo, ya por medio de figuras, ya por medio de los profetas, ya por medio de los ángeles. Pero los judíos no creyeron que todo esto se refería a Jesucristo y, por lo tanto, no pueden alcanzar la vida eterna. Por esto sigue: "Y no queréis venir a mí, para que tengáis vida", como diciendo: las Escrituras dan testimonio, y sin embargo no queréis venir a mí, a pesar de tanto testimonio. Esto es, no queréis creer en mí, y buscar en mí la eterna salvación.

41. Ni recibo gloria alguna de los hombres, esto es, no busco la alabanza humana, porque no he venido a recibir honra material de los hombres, sino a dar honra espiritual a los hombres. Por tanto, no digo esto para buscar mi propia gloria, sino que me compadezco de vosotros, que vivís en el error, y deseo traeros al camino de la verdad.

43. “Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése le recibiréis.” Como si dijera: he venido al mundo para que el nombre de mi Padre sea glorificado por mí, puesto que todo lo atribuyo al Padre. Como no tenían amor de Dios, no querían recibir a Aquél que venía a hacer la voluntad del Padre. Mas el Anticristo vendrá, no en el nombre del Padre, sino en el suyo propio, y no buscando la gloria del Padre, sino la suya. Y como los judíos no quisieron recibir a Jesucristo, se les castigará su pecado con mucha razón, haciéndoles que reciban el Anticristo, para que los que no quisieron creer en la verdad crean en la mentira.

44. Es un pecado grave la jactancia y la ambición de la humana alabanza, que quiere que se la crea adornada de las prendas que no tiene. Por tanto, no pueden creer, porque tienen ambición de gloria mundana; ¿y qué otra cosa es la ambición de la humana alabanza, sino la hinchazón del alma soberbia? Como diciendo: que el alma de aquéllos, que era soberbia, deseaba ser alabada y ensalzada sobre todos los demás.

45. “No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza.” Acaso dijo esto ateniéndose a nuestro modo de pensar, y no porque pueda caber duda en Dios. Moisés, pues, escribió acerca de Jesucristo, diciendo: "El Señor os levantará un profeta de entre vuestros hermanos; y así como a mí, también le oiréis a El" ( Dt 18,15).

47. “Si no creéis en los escritos , ¿cómo vais a creer en mis palabras?”De aquí se deduce que los que leen los preceptos (que prohíben el robar y otras acciones malas) y dejan de cumplirlos, no pueden cumplir tampoco los mandatos del Evangelio, que son más perfectos y sublimes.

San Agustín


31-35. El sabía que el testimonio que daba de sí mismo era verdadero, pero a causa de aquella gente ignorante e incrédula, el que era el Sol buscaba antorchas auxiliares. Porque como aquéllos no veían bien, no podían resistir la fuerza de los rayos del sol. Por lo tanto, se destinó a San Juan para que diese testimonio de la verdad. Los mártires ¿no son testigos de Jesucristo para que den testimonio de la verdad? Pero si consideramos esto bien, cuando los mártires dan testimonio de El, El mismo es quien da testimonio de sí mismo, porque El habita en los mártires para que den testimonio de la verdad (De Verb. Dom. serm. 43).

43. Pero oigamos también lo que dice San Juan: "Habéis oído que viene el Anticristo, y ahora hay muchos que se han hecho anticristos" ( 1Jn 2,18). ¿Qué hay de temer en el Anticristo, sino que su nombre habrá de ser honrado y el nombre de Dios despreciado? ¿Qué otra cosa hace el que dice: "soy yo el que justifica" y "si no fuésemos buenos, habríais perecido?" ¿Ha de depender de éste mi vida, y mi salvación estar ligada a la suya de este modo? ¿No habría olvidado lo quién es mi fundamento? ¿Acaso no es Jesucristo la piedra? (De Verb. Dom. serm. 45).

45-46. “Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza.” Todo lo que escribió Moisés, lo escribió refiriéndose a Jesucristo. Esto es, todo pertenece a Jesucristo: ya sea que lo anuncie por medio de figuras en las cosas, en las acciones, o en las palabras, o ya sea que recomiende su gracia y su gloria (Contra Faustum 16, 9).

Beda


34. "Mas yo no tomo testimonio de hombre". Porque no lo necesito. Mas Juan, aun cuando dio testimonio, no lo dio para aumentar la gloria de Jesucristo, sino para mover a los hombres a conocerle mejor.

37. La misión debe entenderse como su Encarnación. Finalmente manifiesta que Dios no tiene cuerpo, porque no puede ser visto con los ojos de la carne. Por esto sigue: "Y vosotros nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su imagen" (In Ioannem c. 5).

37. El salmista manifiesta por qué usó de la palabra venir en lugar de creer, cuando dice: "Aproximaos a El y seréis iluminados" ( Sal 33,6). Añade también: "Para que tengáis vida", porque si el alma que peca muere, aquéllos tenían muerta el alma y la inteligencia. Por lo tanto, les ofrecía la vida del alma, o de la eterna felicidad (In Ioannem c. 5).

44. “¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios?” No puede precaverse este vicio de otro modo que entrando dentro de nosotros mismos, y considerando que no somos más que polvo, y que si comprendemos que en nosotros hay algo bueno, no creamos que procede de nosotros mismos, sino que debemos atribuirlo a Dios. Se nos enseña también que debemos portarnos siempre como deseamos ser tenidos por los demás. Finalmente, podrían responder: ¿Luego nos acusarás delante de tu Padre? Y por lo tanto, previniendo esta pregunta, añade: "No penséis que yo os he de acusar", etc.

San Hilario De Trin., 1, 7


36-37. El Dios Unigénito no sólo da testimonio del nombre, sino que enseña también por el testimonio del poder que es el Hijo de Dios. Porque las obras que practica atestiguan que ha sido enviado por el Padre, y así la obediencia del Hijo y la autoridad del Padre se conocen perfectamente en el que ha sido enviado. Pero como las obras no son de suficiente testimonio para los incrédulos, prosigue: "Y el Padre que me envió dio testimonio de mí". Registrad los Evangelios y examinad todas sus obras. No hay otro testimonio del Padre respecto del Hijo en los sagrados libros, sino aquél en que manifiesta que Este es su Hijo. ¿Por qué se trata ahora de mentir, diciendo que sólo hay adopción de nombre, para decir que Dios miente y que ha inventado nombres vanos?

Teofilacto


47. "Mas si a sus escritos no creéis, ¿cómo creeréis a mis palabras?" Como diciendo: El, además, escribió y dejó sus libros entre vosotros, para que si os olvidaseis, podáis recordarlo fácilmente; y si no habéis creído en lo que está escrito, ¿cómo creeréis en mis palabras que no están escritas?