Comentarios Bíblicos: Por perícopa

Mc 16, 15-18: Apariciones de Jesús resucitado



Catena Aurea: comentarios de los Padres de la Iglesia por versículos



San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,25


Después de citar este reproche (Mc 16, 14), dice San Marcos: "Por último, les dijo: Id por todo el mundo", y más adelante: "Pero el que no creyere será condenado". Y ¿acaso no era preciso que los que habían de predicar el Evangelio fueran reprendidos antes fuertemente porque, no viéndolo, no habían querido creer que se hubiese aparecido a otros el Señor?

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 29


Increpa, pues, su dureza (Mc 16, 14), para que oigamos nosotros sus avisos. "Por último, les dijo: Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a todas las criaturas". Con el nombre de toda criatura señala al hombre, puesto que tiene algo de todas ellas, como el ser con las piedras, el vivir con los árboles, el sentir con los animales, el entender con los ángeles. Así que se predica el Evangelio a toda criatura cuando se predica para el hombre solo. Porque sólo él es enseñado, y para él ha sido creado todo, no siéndole extraño nada por cierta semejanza que tiene con todo. También se puede entender por todas las criaturas a todas las naciones. Antes había sido dicho: "No vayáis ahora a tierra de gentiles " ( Mt 10,5); ahora se dice: "Predicad el Evangelio a todas las criaturas"; para que la predicación apostólica, que antes fue rechazada por los judíos, venga en nuestro auxilio cuando, por haberla rechazado éstos en su soberbia, sea un testimonio de su condenación.



¿Pero es que, porque no hacemos estos milagros, creemos menos nosotros? Mas estas cosas fueron necesarias en los principios de la Iglesia. Ha sido preciso, para que creciera la fe de los creyentes, que fuese nutrida por los milagros. Porque cuando plantamos un arbusto lo regamos hasta que crece suficientemente, y suspendemos el riego cuando conocemos que ha arraigado bien. Pero nos es preciso considerar más atentamente otros milagros especiales, que hace todos los días ahora la santa Iglesia, y que hacía entonces corporalmente por medio de los Apóstoles. Cuando los sacerdotes imponen sus manos sobre los creyentes, y se oponen, con la gracia que se les ha dado de exorcizar, a la permanencia del espíritu maligno en el corazón de aquéllos, no hacen otra cosa que lanzar de ellos a los demonios. Y el fiel que abandona el espíritu mundano y canta los santos misterios, hablará nuevas lenguas; dominará las serpientes, si con sus buenas exhortaciones quita la malicia del corazón de su prójimo; beberá licor venenoso y no le hará daño, si oye malos consejos y no se deja llevar al mal por ellos; pondrá, en fin, las manos sobre los enfermos, y quedarán éstos curados, todas las veces que, viendo vacilar a su prójimo en el camino del bien, le fortifica con el ejemplo de sus buenas obras. Y sus milagros, son tanto mayores, cuanto que son espirituales, y cuanto que por ellos despiertan de su sueño, no los cuerpos, sino las almas.



Pero se dirá tal vez cada cual a sí mismo: Yo seré salvo porque he creído. Y así será en efecto, si une las obras a la fe; porque la verdadera fe consiste en que no contradiga la obra lo que dice la palabra.


"Pero el que no creyere será condenado".



Teofilacto


O bien: a todas las criaturas, esto es, creyentes e incrédulos. "El que creyere, prosigue, y se bautizare", etc. Porque no basta creer; que el que cree y no está bautizado todavía, el catecúmeno, no ha alcanzado aún la salvación, sino imperfectamente.


Esto es, dispersarán las potencias sensibles e intelectuales, conforme al sentido de estas palabras: "Hollaréis con vuestros pies a las serpientes y los escorpiones" ( Lc 10,19). Puede entenderse también de las serpientes ordinarias, como la víbora que mordió a Pablo sin causarle daño. "Y, si algún licor venenoso bebieren, no les hará daño". Muchos hechos semejantes encontramos en las historias de hombres a quienes, defendidos bajo el estandarte de Cristo, no ha podido causar daño el veneno que habían bebido.
"Pondrán las manos sobre los enfermos", etc.



Beda, in Marcum, 4,45


¿Y qué podremos decir de los niños que por su edad no pueden todavía creer? Que en cuanto a los mayores no hay nada que decir. Porque en la Iglesia de Jesucristo los niños creen por la fe de los otros, así como por los otros contrajeron los pecados que les son borrados en el bautismo.


"A los que creyeren, continúa, acompañarán estos milagros: en mi nombre lanzarán los demonios".