Lc 6, 39-45 – Parábolas: Ser discípulos
/ 22 mayo, 2016 / San LucasTexto Bíblico
39 Les dijo también una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?40 No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.41 ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?42 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.43 Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno;44 por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.45 El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.
Sagrada Biblia, Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española (2012)
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
San Francisco de Sales, obispo
Introducción a la Vida Devota: Somos como la perdiz de Paflagonia
«¿Cómo puedes decir a tu hermano: déjame quitarte la paja que tienes en el ojo, cuando tú no ves la viga que hay en el tuyo?» (Lc 6, 42)3ª parte, capítulo 36, III, 257
Somos hombres porque tenemos razón y sin embargo es cosa rara encontrar hombres verdaderamente razonables, pues el amor propio nos perturba de ordinario la razón y nos conduce insensiblemente a mil clases de pequeñas pero peligrosas injusticias e iniquidades... ¿Es que no son esas cosas iniquidades y sinrazones?
Acusamos por cualquier cosa a nuestro prójimo y siempre nos excusamos a nosotros mismos; queremos vender caro y comprar barato; queremos que se haga justicia en la casa del otro pero que en nuestra casa haya misericordia y tolerancia.
Queremos que nuestras palabras se tomen a buena parte y nosotros somos quisquillosos y muy sensibles a las de los demás... Nosotros defendemos nuestro rango puntillosamente y queremos que los demás sean humildes y condescendientes.
Fácilmente nos quejamos del prójimo pero no queremos que él se queje de nosotros. Lo que hacemos por otro siempre nos parece mucho y lo que el otro nos hace lo tenemos en nada.
En dos palabras: somos como la perdiz de Paflagonia, que tiene dos corazones: tenemos uno dulce, educado y agradable para con nosotros y otro duro, severo, riguroso para con el prójimo.
Tenemos dos medidas: con la una pesamos nuestras comodidades con la mayor ventaja que podemos; con la otra pesamos las de los demás dándoles las mayores desventajas posibles.
... Filotea: sé equitativa y justa en tus acciones: ponte siempre en el lugar del prójimo y a él ponle en el tuyo; así juzgarás bien. Hazte vendedora cuando compres y compradora cuando vendas y así venderás y comprarás con justicia.
...¿Te acuerdas, Filotea, de examinar a menudo tu corazón para ver si eres así hacia el prójimo, así como quisieras que él fuera contigo?