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Homilías y comentarios bíblicos
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El Tiempo de Adviento en la Liturgia de la Iglesia

Anunciación (detalle)


La palabra Adviento procede del latín adventus, y significa venida: la venida inminente de algo o alguien que está al llegar y que, además, esperamos ardientemente.

El Adviento es tiempo de espera, espera-memoria de la primera y humilde venida del Salvador en nuestra carne mortal; espera-súplica de la última y gloriosa venida de Cristo, Señor de la historia y Juez universal. Es también tiempo de conversión,  conversión, a la cual invita con frecuencia la Liturgia de este Tiempo, mediante la voz de los profetas y sobre todo de Juan Bautista: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos» (Mt 3, 2). Y es también tiempo de esperanza gozosa de que la salvación ya realizada por Cristo (cf. Rom 8, 24-25) y las realidades de la gracia ya presentes en el mundo lleguen a su madurez y plenitud, que la promesa se convierta en posesión, la fe en visión y lleguemos a ser semejantes a Cristo, aquel que viene, porque le veremos tal cual es (cf. 1Jn 3, 2).

Por tanto, en el Adviento celebramos el misterio de la Venida del Señor en una actitud gozosa, hecha de vigilancia, espera y acogida. Nuestra vida se presenta, con asombro siempre nuevo, ante el misterio entrañable de un Dios que se ha hecho hombre. Es este un misterio que el Adviento prepara, la Navidad celebra y la Epifanía manifiesta.

La norma litúrgica vigente en la Iglesia establece que: 

El tiempo de Adviento comienza con las primeras Vísperas del domingo que cae el 30 de noviembre o el más próximo a este día, y acaba antes de las primeras Vísperas de Navidad. (NUALC, 40).

En este tiempo hay generalmente cuatro domingos que se denominan domingo I, II, III, IV de Adviento (NUALC, 41).

Las ferias del 17 al 24 de diciembre inclusive tienen la finalidad de preparar más directamente la Navidad (NUALC, 42).

Contenidos ocultar
1 1. Historia y características del adviento
2 2. Estructura litúrgica del adviento actualmente (Misal de Pablo VI)
3 3. Textos bíblicos
4 4. Figuras del Adviento
5 5. Teología del Adviento
6 6. Espiritualidad del adviento
7 7. ¿Qué actitud de cara al Adviento?
8 8. La corona de Adviento
9 Todas las lecturas para el Tiempo de Adviento
9.1 Semana I
9.1.1 Domingos
9.1.2 Ferias
9.2 Semana II
9.2.1 Domingos
9.2.2 Ferias
9.3 Semana III
9.3.1 Domingos
9.3.2 Ferias
9.4 Semana IV
9.4.1 Domingos
9.4.2 Ferias Mayores de Adviento

1. Historia y características del adviento

Sus orígenes son muy inciertos. Según algunos autores, parece que el Adviento en la liturgia romana se remonta al siglo IV, aunque algunos liturgistas consideran que esto es poco probable…. En otros lugares, como en España, parece que estaba unido a la preparación de los catecúmenos que habían de recibir el Bautismo en la solemnidad de la Epifanía. Alrededor del año 600 podemos encontrar exhortaciones de los predicadores galos a que los fieles se preparen a la Navidad igual como para la Pascua de Resurrección, es decir con una confesión. En el siglo V hallamos las oraciones preparatorias para la fiesta de Navidad en el Rótulus de Rávena, que, se cree estuvo inspirado en los escritos de San Pedro Crisólogo. 

Es dato cierto que en el siglo VI el Adviento tenía la misma estructura que conocemos hoy, con cuatro semanas antes de Navidad, aunque la cuarta es incompleta según los años. Los días del 17 al 24 se celebran con especialísima importancia; el día 17 comienzan en Vísperas, como antífonas para el Magníficat, las llamadas «antífonas mayores» o «antífonas ¡O!», pues todas comienzan por esa exclamación latina. 

Originalmente el color litúrgico que se utilizaba era negro pero desde el siglo XIV es el morado. El tercer domingo de Adviento, igual como el cuarto domingo de Cuaresma se viste de rosado, signo de alegría por la fiesta que se avecina. El derecho canónico antiguo prohibía la celebración solemne del matrimonio en este tiempo.

Algo que llama la atención es la variación en cuanto a la duración, en el desarrollo histórico de este tiempo litúrgico: 

Dos Domingos de Adviento: En el siglo V son celebrados por el rito siro-jacobítico. Un domingo está dedicado al anuncio que hace el ángel a Zacarías y el otro dedicado a la anunciación de María.

Tres Domingos de Adviento: Alrededor del año 500 en Antioquia se añade un domingo dedicado a la proclamación de le genealogía de Jesús.

Cuatro Domingos de Adviento: Estos domingos se conocían en Roma ya en el siglo quinto.

Cinco Domingos de Adviento: En otras partes se da una imitación de la cuaresma con cuarenta días de Adviento que comenzaba el 14 de Noviembre con el ayuno de San Felipe. Por eso los cinco domingos.

Seis Domingos de Adviento: Se conservaban el Toledo y en Milán (rito ambrosiano). El ayuno comenzaba en la fiesta de San Martín de Tours.

2. Estructura litúrgica del adviento actualmente (Misal de Pablo VI)

La reforma litúrgica del Concilio Vaticano II ha salvado los dos sentidos del Adviento en su desarrollo histórico: el de preparación para la Navidad y el de espera de la segunda venida de Cristo:

El tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se, nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre (Normas universales sobre el año litúrgico y sobre el calendario n. 39).

En la liturgia actual el adviento consta de cuatro domingos.  Sin perder su unidad, como lo prueban los textos litúrgicos y sobre todo la casi diaria lectura del profeta Isaías, este tiempo subraya de manera bastante clara los sentidos antes mencionados: 

1) desde el primer domingo de adviento hasta el 16 de diciembre se resalta más el aspecto escatológico, orientando el espíritu hacia la espera de la gloriosa venida de Cristo; 

2) del 17 al 24 de diciembre, tanto en la misa como en la  liturgia de las horas, todos los textos se orientan más directamente a preparar la Navidad. 

Los dos prefacios de adviento expresan acertadamente las características de una y otra fase. 

3. Textos bíblicos

El documento llamado Ordenación de las Lecturas de la Misa (OLM), que es una introducción a los leccionarios actuales, explica en sus números 93 y 94 la distribución y el sentido de los textos bíblicos usados en este tiempo:

a) Domingos 

Las lecturas del Evangelio tienen una característica propia: se refieren a la venida del Señor al final de los tiempos (primer domingo), a Juan Bautista (segundo y tercer domingo), a los acontecimientos que prepararon de cerca el nacimiento del Señor (cuarto domingo). 

Las lecturas del Antiguo Testamento son profecías sobre el Mesías y el tiempo mesiánico, tomadas principalmente del libro de Isaías. 

Las lecturas del Apóstol contienen exhortaciones y enseñanzas relativas a las diversas características de este tiempo. 

b) Ferias 

Hay dos series de lecturas, una desde el principio hasta el día 16 de diciembre, la otra desde el día 17 al 24. 

En la primera parte del Adviento se lee el libro de Isaías, siguiendo el orden mismo del libro, sin excluir aquellos fragmentos más importantes que se leen también en los domingos. 

Los Evangelios de estos días están relacionados con la primera lectura. Desde el jueves de la segunda semana comienzan las lecturas del Evangelio sobre Juan Bautista; la primera lectura es, o bien una continuación del libro de Isaías, o bien un texto relacionado con el Evangelio. 

En la última semana antes de Navidad, se leen los acontecimientos que prepararon de inmediato el nacimiento del Señor, tomados del Evangelio de san Mateo (cap. 1) y de san Lucas (cap. 1). En la primera lectura se han seleccionado algunos textos de diversos libros del Antiguo Testamento, teniendo en cuenta el Evangelio del día, entre los que se encuentran algunos vaticinios mesiánicos de gran importancia. 

4. Figuras del Adviento

En este tiempo litúrgico destacan de modo característico tres figuras bíblicas: el profeta Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret.

Isaías.- Una antiquísima y universal tradición ha asignado al adviento la lectura del profeta Isaías, ya que en él, más que en los restantes profetas, resuena el eco de la gran esperanza que confortará al pueblo elegido durante los difíciles y trascendentales siglos de su historia. Durante el adviento se proclaman las páginas más significativas del libro de Isaías, que constituyen un anuncio de esperanza perenne para los hombres de todos los tiempos.

Juan Bautista.- Es el último de los profetas, resumiendo en su persona y en su palabra toda la historia anterior en el momento en que ésta alcanza su cumplimiento. Encarna perfectamente el espíritu del adviento. El es el signo de la intervención de Dios en su pueblo; como precursor del Mesías tiene la misión de preparar los caminos del Señor (cf. ls 40,3), de anunciar a Israel el “conocimiento de la salvación” (cf. Lc 1,77-78) y, sobre todo, de señalar a Cristo ya presente en medio de su pueblo (cf. Jn 1,29-34).

María.- El adviento es el tiempo litúrgico en el que se pone felizmente de relieve la relación y cooperación de María en el misterio de la redención. Ello brota como desde dentro de la celebración misma y no por superposición ni por añadidura devocional.

La solemnidad de la Inmaculada Concepción, celebrada al comienzo del adviento (8 diciembre), no es un paréntesis o una ruptura de la unidad de este tiempo litúrgico, sino parte del misterio. María inmaculada es el prototipo de la humanidad redimida, el fruto más espléndido de la venida redentora de Cristo. Ella, como canta el prefacio de la solemnidad, quiso Dios que «fuese… comienzo e imagen de la iglesia, esposa de Cristo llena de juventud y de limpia hermosura”.

5. Teología del Adviento

El adviento encierra un rico contenido teológico; considera, efectivamente, todo el misterio desde la entrada del Señor en la historia hasta su final. Los diferentes aspectos del misterio se remiten unos a otros y se fusionan en una admirable unidad.

El adviento evoca ante todo la dimensión histórico-sacramental de la salvación. El Dios del adviento es el Dios de la historia, el Dios que vino en plenitud para salvar al hombre en Jesús de Nazaret, en quien se revela el rostro del Padre (cf. Jn 14,9). La dimensión histórica de la revelación recuerda que la salvación del hombre se ha realizado de una forma concreta, en Cristo que se hace uno de nosotros.

El adviento es el tiempo litúrgico en el que se evidencia con fuerza la dimensión escatológica del misterio cristiano. Dios nos ha destinado a la salvación (cf. 1 Tes 5,9), si bien se trata de una herencia que se revelará sólo al final de los tiempos (cf. 1 Pe 1,5). La historia es el lugar donde se actúan las promesas de Dios y está orientada hacia el día del Señor (cf. 1 Cor 1,8; 5,5). Cristo vino en nuestra carne, se manifestó y reveló resucitado después de la muerte a los apóstoles y a los testigos escogidos por Dios (cf. He 10,40-42) y aparecerá gloriosamente al final de los tiempos (He 1,11). Durante su peregrinación terrena, la iglesia vive incesantemente la tensión del ya sí de la salvación plenamente cumplida en Cristo y el todavía no de su actuación en nosotros y de su total manifestación con el retorno glorioso del Señor como juez y como salvador.

El adviento, finalmente, revelándonos las verdaderas, profundas y misteriosas dimensiones de la venida de Dios, nos recuerda al mismo tiempo la vocación misionera de la iglesia y de todo cristiano por el advenimiento del reino de Dios. La misión de la iglesia de anunciar el evangelio a todas las gentes se funda esencialmente en el misterio de la venida de Cristo, enviado por el Padre, y en la venida del Espíritu Santo, enviado del Padre y del (o por el) Hijo.

6. Espiritualidad del adviento

Como se decía al principio, la liturgia del adviento invita a la comunidad cristiana a vivir determinadas actitudes esenciales a la expresión evangélica de la vida: la vigilante y gozosa espera, la esperanza, la conversión.

La actitud de espera caracteriza a la iglesia y al cristiano, ya que el Dios de la revelación es el Dios de la promesa, que en Cristo ha mostrado su absoluta fidelidad al hombre (cf. 2 Cor 1,20). Como dirá san Pablo, ahora vemos «como en un espejo», pero llegará el día en que «veremos cara a cara» (1 Cor 13,12). La iglesia vive esta espera en actitud vigilante y gozosa. Por eso clama: «Maranatha: Ven, Señor Jesús» (Ap 22,17.20). 

A pesar de que el Adviento es un tiempo marcado en la Iglesia, podemos decir sin temor a equivocarnos que toda la vida del cristiano está llamada a ser un constante Adviento, una espera siempre abierta de Aquel que vino, que viene y que vendrá, por eso San Bernardo habla de un Adviento triple. Entre la venida de Cristo en la encarnación, y su venida para el juicio final, se da ahora su venida al cristiano por la inhabitación. Este adviento presente «es oculto y espiritual, y de él habla el Señor cuando dice: “si alguno me ama, guardará mi palabra, mi Padre le amará, vendremos a él y en él haremos morada” (Jn 14,23) (cf. San Bernardo, Sermón Adviento III,4). 

Entrando en la historia, Dios interpela al hombre. La venida de Dios en Cristo exige conversión continua; la novedad del evangelio es una luz que reclama un pronto y decidido despertar del sueño (cf. Rom 13,11-14). El tiempo de adviento, sobre todo a través de la predicación del Bautista, es una llamada a la conversión en orden a preparar los caminos del Señor y acoger a Aquel que viene. El adviento, enseña a vivir esa actitud de los pobres de Yavé, de los mansos, los humildes, los disponibles, a quienes Jesús proclamó bienaventurados (cf. Mt 5,3-12).

7. ¿Qué actitud de cara al Adviento?

Es lamentable que la sociedad de consumo intente con sus propagandas en estos días eclipsar el verdadero espíritu litúrgico del Adviento. Que el gozo espiritual se manifieste también en cosas externas y materiales no está reñido con el sentido litúrgico de este tiempo; pero sí lo está con el desbordamiento que esto tiene en nuestros días. Ya el mismo San Bernardo se lamentaba de las celebraciones mundanas del adviento:

«Los mundanos, aunque también celebran este recuerdo [de la venida de Cristo], no se conmueven con él interiormente. Y lo que todavía es peor, el mismo recuerdo de esta inestimable dignación de Dios se vuelve para ellos ocasión de delicias carnales, pues estos días los verás preparar con toda solicitud el lujo de los vestidos y de los alimentos, como si Cristo en su nacimiento pidiera semejantes cosas… Oye lo que Él mismo te dice: “¿para qué preparas con tantas ansias vestidos para mi nacimiento? Detesto la soberbia, no la amo. ¿A qué fin viene que procures con tanto cuidado las opíparas mesas de este tiempo? No me agradan las delicias del cuerpo, no las apruebo… No me reverencias sino con tu vientre”» (Sermón Adviento I, 10). 

Por eso nos haría bien encontrar el significado original y verdadero de este maravilloso tiempo, que nos es dado ante todo para preparar nuestros corazones para recibir al Señor, que quiere venir a nosotros y entrar más adentro de nuestras vidas. Limpiemos la casa de nuestra conciencia con el sacramento de la penitencia. Acrecentemos estas semanas la oración, la limosna, las buenas obras y sobre todo el deseo del Salvador, que ya viene, y que nos trae nuevas luces y gracias.

En este tiempo nos ayudará recordar y profundizar continuamente las expresiones habituales de la esperanza cristiana que se contienen en la liturgia de todos los días y que nuestros labios repiten, quizá de manera casi inadvertida habitualmente («Venga tu reino», «Ven, Señor Jesús», «Mientras esperamos tu venida», «Bendito el que viene en nombre del Señor», etc.). Porque el cristiano dejaría de serlo si no esperara y pidiera la venida del Señor -del Mesias, del Cristo- y su presencia cada vez más intensa: por ello la liturgia cristiana repite cada día -no sólo en Adviento- diversas expresiones de esperanza. Pero no siempre estas expresiones se viven con la intensidad que tienen en sí mismas. El Adviento es una buena ocasión para revitalizarlas.

8. La corona de Adviento

Una costumbre significativa y de gran ayuda para vivir este tiempo es la corona o guirnalda de Adviento, que constituye como el primer anuncio de la Navidad.

Origen.- La corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre-cristianas de los germanos (Alemania). Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera. Pero la corona de adviento no representa una concesión al paganismo sino, al contrario, es un ejemplo de la cristianización de la cultura. Lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. El vino para hacer todas las cosas nuevas.

Evolución.- Los cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús: Juan 8,12: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.». La luz que prendemos en la oscuridad del invierno nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad. Nosotros, unidos a Jesús, también somos luz: Mateo 5,14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.»

En el siglo XVI católicos y protestantes alemanes utilizaban este símbolo para celebrar el adviento: Aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo.

La corona de adviento se hace con follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas. Tres velas son violeta, una es rosa. El primer domingo de adviento encendemos la primera vela y cada domingo de adviento encendemos una vela mas hasta llegar a la Navidad. La vela rosa corresponde al tercer domingo y representa el gozo. Mientras se encienden las velas se hace una oración, utilizando algún pasaje de la Biblia y se entonan cantos. Esto lo hacemos en las misas de adviento y también es recomendable hacerlo en casa, por ejemplo antes o después de la cena. Si no hay velas de esos colores aun se puede hacer la corona ya que lo mas importante es el significado: la luz que aumenta con la proximidad del nacimiento de Jesús quien es la Luz del Mundo. La corona se puede llevar a la iglesia para ser bendecida por el sacerdote.

Simbología de la corona de Adviento

La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas: Nos hacen pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.

Las manzanas rojas que adornan la corona: Representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.

El listón rojo: Representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.


Todas las lecturas para el Tiempo de Adviento

Semana I

Domingos

I Domingo (A)

– Homilías

– Lecturas
Is 2, 1-5: El Señor reúne a todos los pueblos en la paz eterna del Reino de Dios
Sal 121, 1-2. 4-9: Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»
Rm 13, 11-14: Nuestra salvación está cerca
Mt 24, 37-44: Vigilemos para estar preparados

I Domingo (B)

– Homilías

– Lecturas
Is 63, 16c-17. 19c; 64, 2b-7: ¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses!
Sal 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19: Oh, Dios, restáuranos, que brielle tu rostro y nos salve
1 Co 1, 3-9: Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo
Mc 13, 33-37: Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa

I Domingo (C)

– Homilías

– Lecturas
Jer 33, 14-16: Suscitaré a David un vástago legítimo
Sal 24, 4bc-5ab. 8-9. 10 y 14: A ti, Señor, levanto mi alma
1 Tes 3, 12—4, 2: Que el Señor afiance vuestros corazones, para cuando venga Cristo
Lc 21, 25-28. 34-36: Se acerca vuestra liberación

Ferias

I Lunes

– Homilías

– Lecturas
Is 2, 1-5: El Señor congrega a todas las naciones en la paz eterna del Reino de Dios
Sal 121, 1bc-2. 3-4b. 4d-5. 6-7. 8-9: Vamos alegres a la casa del Señor
Mt 8, 5-11: Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos

I Martes

– Homilías

– Lecturas
Is 11, 1-10: Sobre él se posará el espíritu del Señor
Sal 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17: En sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente
Lc 10, 21-24: Jesús, lleno de alegría en el Espíritu Santo

I Miércoles

– Homilías

– Lecturas
Is 25, 6-10a: El Señor invita a su festín y enjuga las lágrimas de todos los rostros
Sal 22, 1b-3a. 3b-4. 5. 6: Habitaré en la casa del Señor por años sin término
Mt 15, 29-37: Jesús cura a muchos y multiplica los panes

I Jueves

– Homilías

– Lecturas
Is 26, 1-6: Que entre un pueblo justo, que observe la lealtad
Sal 117, 1 y 8-9. 19-21. 25-27a: Bendito el que viene en nombre del Señor
Mt 7, 21. 24-27: El que hace la voluntad del Padre entrará en el reino de los cielos

I Viernes

– Homilías

– Lecturas
Is 29, 17-24: Aquel día verán los ojos de los ciegos
Sal 26, 1bcde. 4. 13-14: El Señor es mi luz y mi salvación
Mt 9, 27-31: Jesús cura a dos ciegos que creen en él

I Sábado

– Homilías

– Lecturas
Is 30, 19-21. 23-26: Se apiadará de ti al oír tu gemido
Sal 146, 1bc-2. 3-4. 5-6: Dichosos los que esperan en el Señor
Mt 9, 35–10, 1. 6-8: Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas

Semana II

Domingos

II Domingo (A)

– Homilías

– Lecturas
Is 11, 1-10: Con equidad dará sentencia al pobre
Sal 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17:
Rm 15, 4-9: Cristo salvó a todos los hombres
Mt 3, 1-12: Haced penitencia porque se acerca el Reino de los Cielos

II Domingo (B)

– Homilías

– Lecturas
Is 40, 1-5. 9-11: Preparadle un camino al Señor
Sal 84, 9abc y 10. 11-12. 13-14: Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación
2 Pe 3, 8-14: Esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva
Mc 1, 1-8: Enderezad los senderos del Señor

II Domingo (C)

– Homilías

– Lecturas
Bar 5, 1-9: Dios mostrará tu esplendor
Sal 125, 1b-2ab. 2cd-3. 4-5. 6: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres
Flp 1, 4-6. 8-11: Que lleguéis al Día de Cristo limpios e irreprochables
Lc 3, 1-6: Toda carne verá la salvación de Dios

Ferias

II Lunes

– Homilías

– Lecturas
Is 35, 1-10: Dios viene en persona y os salvará
Sal 84, 9abc y 10. 11-12. 13-14: He aquí nuestro Dios; viene en persona y nos salvará
Lc 5, 17-26: Hoy hemos visto maravillas

II Martes

– Homilías

– Lecturas
Is 40, 1-11: Dios consuela a su pueblo
Sal 95, 1-2. 3 y 10ac. 11-12. 13: Aquí está nuestro Dios, que llega con fuerza
Mt 18, 12-14: Dios no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños

II Miércoles

– Homilías

– Lecturas
Is 40, 25-31: El Señor todopoderoso fortalece a quien está cansado
Sal 102, 1bc-2. 3-4. 8 y 10: Bendice, alma mía, al Señor
Mt 11, 28-30: Venid a mí todos los que estáis cansados

II Jueves

– Homilías

– Lecturas
Is 41, 13-20: Yo soy tu libertador, el Santo de Israel
Sal 144, 1bc y 9. 10-11. 12-13ab: El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad
Mt 11, 11-15: No ha nacido uno más grande que Juan el Bautista

II Viernes

– Homilías

– Lecturas
Is 48, 17-19: Si hubieras atendido a mis mandatos
Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6: El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida
Mt 11, 16-19: No escuchan ni a Juan ni al Hijo del hombre

II Sábado

– Homilías

– Lecturas
Si 48, 1-4. 9-11b: Elías volverá de nuevo
Sal 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19: Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve
Mt 17, 10-13: Elías ya ha venido y no lo reconocieron

Semana III

Domingos

III Domingo (A)

– Homilías

– Lecturas
Is 35, 1-6a. 10: Dios vendrá y nos salvará
Sal 145, 6c-7. 8-9a. 9bc-10: Ven, Señor, a salvarnos
St 5, 7-10: Manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca
Mt 11, 2-11: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

III Domingo (B)

– Homilías

– Lecturas
Is 61, 1-2a. 10-11: Desbordo de gozo con el Señor
Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54: Me alegro con mi Dios
1 Tes 5, 16-24: Que vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo
Jn 1, 6-8. 19-28: En medio de vosotros está uno a quien no conocéis

III Domingo (C)

– Homilías

– Lecturas
Sof 3, 14-18a: El Señor exulta y se alegra contigo
Is 12, 2-3. 4bcde. 5-6: Gritad jubilosos, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel
Flp 4, 4-7: El Señor está cerca
Lc 3, 10-18: Y nosotros, ¿qué debemos hacer?

Ferias

III Lunes

– Homilías

– Lecturas
Nm 24, 2-7. 15-17a: Avanza una estrella de Jacob
Sal 24, 4-5a. 6-7cd. 8-9: Señor, instrúyeme en tus sendas
Mt 21, 23-27: El bautismo de Juan ¿de dónde venía?

III Martes

– Homilías

– Lecturas
Sof 3, 1-2. 9-13: La salvación mesiánica será enviada a todos los pobres
Sal 33, 2-3. 6-7. 17-18. 19 y 23: El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó
Mt 21, 28-32: Vino Juan y los pecadores le creyeron

III Miércoles

– Homilías

– Lecturas
Is 45, 6c-8. 18. 21b-25: Cielos, destilad desde lo alto
Sal 84, 9abc y 10. 11-12. 13-14: Cielos, destilad desde lo alto al Justo, las nubes lo derramen
Lc 7, 19-23: Anunciad a Juan lo que habéis visto y oído

III Jueves

– Homilías

– Lecturas
Is 54, 1-10: Como a mujer abandonada te llama el Señor
Sal 29, 2y 4. 5-6. 11-12a y 13b: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
Lc 7, 24-30: Juan es el mensajero que prepara el camino del Señor

III Viernes

– Homilías

– Lecturas
Is 56, 1-3a. 6-8: Mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos
Sal 66, 2-3. 5. 7-8: Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben
Jn 5, 33-36: Juan es la lámpara que arde y brilla

Semana IV

Domingos

IV Domingo (A)

– Homilías

– Lecturas
Is 7, 10-14: Mirad: la virgen está encinta
Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6: Va a entrar el Señor; Él es el Rey de la gloria
Rm 1, 1-7: Jesucristo, de la estirpe de David, Hijo de Dios
Mt 1, 18-24: Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David

IV Domingo (B)

– Homilías

– Lecturas
2 S 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16: El reino de David se mantendrá siempre firme ante el Señor
Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29: Cantaré eternamente tus misericordias, Señor
Rm 16, 25-27: El misterio mantenido en secreto durante siglos eternos ha sido manifestado ahora
Lc 1, 26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

IV Domingo (C)

– Homilías

– Lecturas
Miq 5, 1-4a: De ti voy a sacar al gobernador de Israel
Sal 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19: Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve
Heb 10, 5-10: He aquí que vengo para hacer tu voluntad
Lc 1, 39-45: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

Ferias Mayores de Adviento

Las ferias del 17 al 24 de diciembre, inclusive, tienen la finalidad de preparar más directamente la Navidad (NUALC, 42).

17 de Diciembre

– Homilías

– Lecturas
Gn 49, 1-2. 8-10: No se apartará de Judá el cetro
Sal 71, 1-2. 3-4ab. 7-8. 17: En sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente
Mt 1, 1-17: Genealogía de Jesucristo, hijo de David

18 de Diciembre

– Homilías

– Lecturas
Jer 23, 5-8: Daré a David un vástago legítimo
Sal 71, 1-2. 12-13. 18-19: En sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente
Mt 1, 18-24: Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David

19 de Diciembre

– Homilías

– Lecturas
Jc 13, 2-7. 24-25a: El nacimiento de Sansón fue anunciado por el ángel
Sal 70, 3-4a. 5-6ab. 16-17: Que se llene mi boca de tu alabanza, y así cantaré tu gloria
Lc 1, 5-25: Gabriel anuncia el nacimiento de Juan Bautista

20 de Diciembre

– Homilías

– Lecturas
Is 7, 10-14: Mirad: la virgen está encinta
Sal 23, 1b-2. 3-4ab. 5-6: Va a entrar el Señor; Él es el Rey de la Gloria
Lc 1, 26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

21 de Diciembre

– Homilías

– Lecturas
Ct 2, 8-14: He aquí mi amado, llega saltando por los montes
Sof 3, 14-18a: El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti
Sal 32, 2-3. 11-12. 20-21: Aclamad, justos, al Señor; cantadle un cántico nuevo
Lc 1, 39-45: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

22 de Diciembre

– Homilías

– Lecturas
1 S 1, 24-28: Ana da gracias por el nacimiento de Samuel
1 S 2, 1. 4-5. 6-7. 8abcd: Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador
Lc 1, 46-56: El Poderoso ha hecho obras grandes en mí

23 de Diciembre

– Homilías

– Lecturas
Mal 3, 1-4. 23-24: Os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor
Sal 24, 4-5a. 8-9. 10 y 14: Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación
Lc 1, 57-66: Nacimiento de Juan Bautista

24 de Diciembre

– Homilías

– Lecturas
2 S 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16: El reino de David se mantendrá siempre firme ante el Señor
Sal 88, 2-3. 4-5. 27 y 29: Cantaré eternamente tus misericordias, Señor
Lc 1, 67-79: Nos visitará el Sol que nace de lo alto

ÚLTIMOS TRABAJOS

  • Jn 17, 1-2. 9. 14-26 – Oración de Jesús: Conságralos en la Verdad
  • Lc 22, 14—23, 56. Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
  • 6 de Noviembre: Santos Pedro Poveda Castroverde, Inocencio de la Inmaculada Canoura Arnau, presbíteros, y compañeros, mártires, memoria – Homilías
  • 5 de Octubre: Témporas de Acción de Gracias y de Petición, memoria – Homilías
  • Jn 6, 41-51: Discurso del Pan de Vida (iv bis): El pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo
  • 6 de Agosto: La Transfiguración del Señor (Año B), fiesta – Homilías
  • Mt 15, 1-2. 10-14: Sobre las tradiciones y sobre lo puro y lo impuro
  • Jn 6, 24-35: Discurso del Pan de Vida: alimento eterno
  • Sábado XIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
  • Viernes XIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
  • Jueves XIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías
  • Miércoles XIII Tiempo Ordinario (Impar) – Homilías

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  • Homilías Martes IV de Cuaresma (221)
  • Homilías Domingo V Tiempo de Cuaresma (A) (194)
  • Jn 11, 1-45: ¡Lázaro sal fuera! (181)
  • Jn 13, 1-15: La última cena de Jesús con sus discípulos: El lavatorio de los pies (171)
  • Mt 1, 16.18-21.24a: Obedeció (141)
  • Jn 5, 17-30: Jesús y el Padre (85)
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