Mt 17, 10-13: La venida de Elías
/ 14 diciembre, 2013 / San MateoEl Texto
10 Sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?» 11 Respondió él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. 12 Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos.» 13 Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.
Catena Aurea: comentarios de los Padres de la Iglesia por versículos
San Jerónimo
10-11. Es tradición de los judíos, fundada en el profeta Malaquías (Mal 4), que Elías debe preceder a la venida del Señor, reducir el corazón de los padres para con los hijos y el de los hijos para con sus padres y restablecer todas las cosas en su primitivo estado. Los discípulos, en vista de esto, creen que esta transformación gloriosa es precisamente la que acababan de ver en el monte. Por eso dice: «Y sus discípulos le preguntaron y dijeron»: ¿pues por qué dicen lo escribas que Elías debe venir?, etc. Que equivale a preguntar: Si tú ya te has presentado glorioso, ¿cómo no se presenta tu precursor? Hablan de esta manera principalmente porque habían visto que se retiró Elías.
12-13. Aquel que debe venir a la segunda venida del Salvador personalmente y en su propio cuerpo, ha venido ya por Juan en virtud y en espíritu. Sigue: «Y no lo conocieron». Esto es, lo despreciaron y lo decapitaron.
Se pregunta aquí: ¿cómo es que se dice que Herodes y Herodías, que decapitaron a Juan, fueron los que crucificaron también a Jesús, estando escrito que los escribas y los fariseos dieron muerte a Jesús? Responderemos en pocas palabras diciendo, que la facción de los fariseos consintió la muerte de Juan y en la muerte del Señor impuso Herodes su voluntad mandándole a Pilato para que después de burlado y abofeteado le crucificara.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 57,1-2
10-11. No sabían los discípulos por las Escrituras la tal venida de Elías, sino porque lo habían oído de los escribas y este dicho corría entre el pueblo ignorante, como otras cosas que se relacionaban con la venida de Cristo. Mas los escribas no interpretaban como convenía todo lo relativo a la venida de Cristo y de Elías. Las Escrituras hablan de dos venidas de Cristo: de la que ya ha tenido lugar y de la que se realizará después. Pero los escribas, para engañar al pueblo, no hablaban más que de una sola venida y sostenían que, si Jesús era el Cristo, debía ser precedido por Elías. Cristo resuelve esta dificultad de los discípulos diciendo: «Y El les respondió: Elías, en verdad, ha de venir y restablecerá todas las cosas. Mas os digo que ya vino Elías, etc.» No creáis que se equivocó el Señor diciendo unas veces, que vendrá Elías y otras que ya vino, porque cuando dice que vendrá Elías y restablecerá todas las cosas, habla del mismo Elías en su propia persona: El restablecerá todas las cosas corrigiendo la infidelidad de los judíos, que entonces encontrará. Esto es precisamente convertir el corazón de los padres hacia los hijos, es decir, el de los judíos hacia los apóstoles.
12-13. Si tan grandes bienes producirá la presencia de Elías, ¿por qué no fue enviado ya? Diremos porque entonces tomarían a Cristo por Elías y no creerían en El. Entonces creerán en Elías. Porque anunciando él a Jesús, por tanto tiempo esperado, estarán todos más dispuestos a recibir sus palabras. Cuando el Señor dice que ya vino Elías, este Elías de quien habla el Señor es Juan, a quien por su especial ministerio llama Elías. Porque así como Elías será el precursor de su segunda venida, así también lo ha sido Juan de la primera y llamando a Juan «Elías», nos manifiesta el Señor la conformidad de su venida con el Antiguo Testamento y las profecías.
Refiere con oportunidad su pasión, haciendo mención de la de Juan, para que de esta manera se consolasen los discípulos.
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,21
11. O también restablecerá todas las cosas, esto es, todo lo que hubiese trastornado la persecución del Anticristo. O también que El mismo, muriendo, restablezca lo que debe.
Orígenes, homilia 3 in Matthaeum
12a. Cuando dice el Señor, refiriéndose a Juan, «Elías ya vino» no debe entenderse que vino el alma de Elías, porque esto sería caer en el error de la reencarnación, tan contrario a la verdad de la Iglesia, sino que vino, como predijo el ángel, (Lc 1,17) en el espíritu y en la virtud de Elías.
San Hilario, in Matthaeum, 17
12b. A fin de que precediendo a la venida del Señor precediese también a su pasión y fuese un símbolo profético en los desprecios y ultrajes que recibió. Por eso sigue: «Así también harán ellos padecer al Hijo del hombre».
Rábano
13. Por los indicios de la pasión del Señor (que ya El mismo les había predicho en muchas ocasiones) y por la relación que les hizo de la muerte de Juan su precursor (que ya había tenido lugar), comprendieron los discípulos que Juan era el designado bajo el nombre de Elías. Por eso sigue: «Entonces comprendieron, etc.»
Homilías, comentarios, meditaciones desde la Tradición de la Iglesia
San Juan Crisóstomo, Homilía 57, sobre Mateo
Le preguntaron los discípulos: ¿Cómo, pues, dicen los escribas que Elías tiene que venir primero? (Mt 17,10).
DE MODO que esto ellos no lo sabían por las Escrituras, sino que así lo contaban los escribas, y semejante opinión corría entre el vulgo, lo mismo que acerca de Cristo. Por eso decía la samaritana: Yo sé que el Mesías está por venir y que cuando venga nos hará saber todas las cosas.»- Y los judíos preguntaban al Bautista: ¿Eres tú Elías o uno de los profetas? Pues como ya dije, semejante opinión acerca de Elías y de Cristo andaba muy valida; sino que ellos no la interpretaban correctamente. Porque la Escritura refiere dos venidas de Cristo: la que ya be verificó y la que está por venir. A ambas se refiere Pablo cuando dice: Porque se ha manifestado la gracia salutífera de Dios a todos los hombres, enseñándonos a negar la impiedad y los deseos del mundo, para que vivamos sobria, justa y piadosamente en este siglo. Aquí tenemos la primera venida. Pero oye cómo declara luego la otra: Con la bienaventurada esperanza en la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Cristo Jesús.
También los profetas hablan de ambas venidas; y de una de ellas, que es la segunda, dicen que tendrá como Precursor a-Elías. Precursor de la primera fue el Bautista, al cual Cristo lo llamaba Elías, no porque fuera Elías, sino porque tenía un ministerio como el de Elías. Pues así como Elías será precursor de la segunda venida, así Juan lo fue de la primera. Pero los escribas, confundiéndolo todo y pervirtiendo la opinión popular, se fijaron únicamente en Elías, el Precursor de la segunda venida; y así decían al pueblo: Si éste fuera el Cristo, debía haberlo precedido Elías. Y este fue el motivo de que los discípulos preguntaran: ¿Cómo es, pues, que los escribas dicen que Elías ha de venir primero?
Por la misma causa los fariseos enviaron mensajeros al Bautista para preguntarle: ¿Eres tú Elías o uno de los profetas? sin mencionar la primera venida. ¿Cómo resolvió Cristo la cuestión? Respondiendo que Elías ciertamente vendrá antes de su segunda venida; pero que ya vino también, llamando así al Bautista. Como si dijera: Juan vino ya como vendrá Elías; pero si preguntáis del Tesbita, ese ya vendrá. Y por esto dijo: Elías vendrá y restablecerá todo. ¿Qué es ese todo? Lo que dijo el profeta Malaquías: He aquí que yo enviaré a Elías Tesbita, el profeta, antes que venga el día de Yavé, grande y terrible. El convertirá el corazón de los padres a los hijos, no sea que venga yo y entregue la tierra toda al anatema.
¿Observas la exactitud de la predicción profética? Como Cristo había llamado Elías a Juan, a causa del parecido en el ministerio, a fin de que no pensaras que éste era también el que el profeta predecía, notó la patria añadiendo el Tesbita. Ahora bien: el Bautista no era Tesbita. Además el profeta añadió otra cosa notable cuando dijo: No sea que venga yo y entregue la tierra toda al anatema, con lo que declaró lo terrible del segundo advenimiento. Porque en el primero no vino a entregar la tierra al anatema. Pues él mismo dice: No he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. De modo que esto lo dice aludiendo al Tesbita que ha de aparecer antes de la venida de Cristo para el juicio. Y añade el motivo por el que vendrá. ¿Cuál es? Para inducir a los judíos a creer en Cristo, no sea que cuando El llegue perezcan todos en absoluto. Y Cristo, recordando esas cosas, dice: Restablecerá todo. O sea que enmendará la incredulidad de los judíos que para entonces queden; de modo que se expresó exactísimamente. Porque no dijo el profeta: Convertirá el corazón de los hijos a los padres, sino de los padres para con sus hijos. Siendo los judíos los padres de los apóstoles, eso significa que convertirá el corazón de los judíos a los dogmas y enseñanzas de los apóstoles; o sea que convertirá a ellos el linaje judaico.
Sin embargo, yo os digo: Elías ya vino y no lo reconocieron; antes hicieron con él lo que quisieron. De la misma manera el Hijo del hombre tiene que padecer de parte de ellos. Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista. Aunque esto no lo decían ni los escribas ni la Escritura, sin embargo, los discípulos por estar ya más despiertos y poner mayor atención a lo que se les decía, pronto lo entendieron. ¿Por dónde vinieron a entenderlo? Ya les había dicho: El es Elías que está a punto de venir; luego les dice: Ya vino; y de nuevo: Elías vendrá y restablecerá todo. No te turbes ni vayas a sospechar que hay contradicción en lo que dice cuando afirma ahora que ya vino, ahora que está por venir. Todo ello es verdad. Porque cuando dice que Elías vendrá y restablecerá todo, habla del mismísimo Elías y de la futura conversión de Israel. Y cuando dice: El es el que va a venir, dice que Juan es Elías a causa de lo parecido del ministerio.
Del mismo modo los profetas a cualquier rey esclarecido lo llaman David; y a los judíos los llaman príncipes de los sodomitas y también hijos de los etíopes; y lo hacen por la semejanza de costumbres. Porque así como Elías será Precursor en la segunda venida, así lo fue Juan en la primera. Ni es ésta la única razón de que a Juan lo llame Elías, sino también para manifestar su pleno acuerdo con la Ley Antigua, y que lo de su segundo advenimiento es una verdadera profecía. Por esto añade: Vino y no lo reconocieron, antes hicieron con él lo que quisieron. Pero ¿qué significa: lo que quisieron? Es decir, lo encarcelaron, lo afrentaron, lo mataron, trajeron en una bandeja su cabeza. Y así de la misma manera el Hijo del hombre tiene que padecer de parte de ellos.
¿Adviertes cómo oportunamente les trae a la memoria su Pasión, y los consuela grandemente con lo de la Pasión de Juan? Ni lo hizo únicamente por este capítulo, sino haciendo enseguida grandes milagros. Cuando habla de su Pasión, al punto obra prodigios; y lo mismo hace antes y después de hablar de ella, como con frecuencia se observa. Pues dice el evangelista: Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y ser muerto y padecer mucho. Entonces. ¿Cuándo? Cuando ya quedó claro ser él el Cristo e Hijo de Dios. Y también en el monte cuando les puso delante aquella visión admirable en la que los profetas hablaban de su gloria, El les recordó su Pasión. Porque Juan, una vez que refirió la historia del hecho, añade: Así el Hijo del hombre ha de padecer de parte de ellos.
Y no mucho después, cuando echó el demonio que los discípulos no habían podido expulsar, cuando volvía a Galilea, dijo Jesús, según narra el evangelio: El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores que lo matarán, y al tercer día resucitará. Procedía así con el objeto de que la magnitud de los milagros disminuyera el exceso del dolor y del todo los consolara; así como ahora, trayéndoles al recuerdo la muerte de Juan, los consoló grandemente. Y si alguno preguntara ¿por qué ahora no resucita a Elías y lo envía, siendo así que tantos y tan grandes beneficios testifican su venida? Respondemos que fue porque aún ahora, creyendo ellos que Jesús era Elías, sin embargo no se convirtieron. Porque dicen los discípulos: Unos dicen que eres Elías, otros que Jeremías. Entre Juan y Elías no había diferencia sino del tiempo.
Preguntarás: entonces ¿cómo después sí creerán? Ciertamente Elías lo restablecerá todo, no únicamente porque se le reconocerá, sino porque la gloria de Cristo que se extenderá en gran manera y se aumentará, hasta aquel día, brillará más espléndida que el sol. De modo que cuando él venga, habiendo ya precedido tan grande estima y expectación, predicando io mismo y anunciando a Jesús, más fácilmente aceptarán sus palabras. Y cuando dice no lo reconocieron, parece en cierto modo excusarlos; y los consuela no únicamente de este modo, sino además demostrando que El padecerá injustamente; y también como ocultando esas cosas tristes con dos milagros: el que hizo en el monte y el que hará enseguida.
Después de oírlo, ya no le preguntan cuándo vendrá Elías, ya fuera por la tristeza de la futura Pasión, ya porque se apoderó de ellos el temor. Pues con frecuencia, cuando advierten que El no quiere hablar claramente, ellos callan. Así pues, como estando en Galilea les dijera: El Hijo del hombre tiene que ser entregado y le darán muerte, y al tercer día resucitará, el evangelista añade: Y se pusieron muy tristes. Así lo dan a entender dos evangelistas. Marcos dice: Y ellos no entendían esas osas, pero temían preguntarle? Y Lucas: Pero ellos no sabían lo que significaban aquellas palabras, que estaban veladas, de manera que no las entendieron, y temían preguntarle sobre ellas?
San Efrén (hacia 306-373), diácono en Siria, doctor de la Iglesia, Obras, ed. Assemani, t.1, pág. 486
Elías en el Monte Horeb
« Pasó ante el Señor un viento huracanado, que agrietaba los montes y rompíalos peñascos: en el viento no estaba el Señor» (1R 19,11). Vino después un terremoto y rayos después del huracán; Elías comprendió que tampoco allí estaba Dios. Estos fenómenos tuvieron por finalidad contener el celo, por otra parte muy loable del profeta dentro de los límites de su cargo, y enseñarle que, según los signos dados por la autoridad divina, la severidad debe ser temperada por la misericordia. Según el sentido escondido que tenían tanto los torbellinos de viento que precedían a la venida del Señor, como los temblores de tierra y los incendios atizados por los vientos eran los signos precedentes al juicio universal…
«Después del fuego se escuchó un susurro ligero.» A través de este signo Dios retuvo el celo inmoderado de Elías. Con ello le quiso decir: «Te das cuenta que no son de mi agrado ni los vientos desenfrenados, ni los horribles temblores de tierra, ni me gustan los rayos ni los relámpagos: ¿por qué no imitas la suavidad de tu Dios? ¿Por qué no aflojas un poco de este celo ardiente que tienes para ser más bien el protector más que el acusador de los hombres de tu pueblo?» El murmullo suave representa el gozo de la vida bienaventurada que será dada al justo cuando, al final de los tiempos, llegará el temible juicio general…
«Después de oír el susurro suave, Elías se cubrió el rostro con el manto y salió a la entrada de la gruta. Una voz le preguntó: ‘¿qué te trae por aquí, Elías?’ contestó: ‘Mi pasión por el Señor Dios de los Ejércitos, porque los israelitas han abandonado tu alianza’». El profeta se mantuvo a la entrada de la gruta sin atreverse a acercarse a Dios que venía, se cubrió el rostro pensando que era indigno de ver a Dios… Y sin embargo tenía delante de los ojos un signo de la clemencia divina y, lo que debería haberle afectado todavía más, hacía en su propia persona la experiencia de la bondad maravillosa de Dios en las palabras que él le dirigió. ¿Quién no sería seducido por la benevolencia de una majestad tan grande, por una pregunta tan suave: «¿Qué te trae por aquí, Elías?».
San Juan Damasceno (c.675-749), monje, doctor de la Iglesia, Discurso sobre el gran profeta Elías, el Tesbita
“Estará lleno de Espíritu Santo…e irá delante de él con el espíritu y el
poder de Elías…” (Lc 1,17)
¿Quién recibió el poder de abrir y cerrar los cielos, de retener o hacer caer la lluvia? ¿Quién puede hacer caer fuego sobre un sacrificio inundado de agua o sobre dos tropas de soldados por sus malas acciones? ¿Quién aniquiló en un arrebato de furor a los profetas paganos a causa de sus ídolos? ¿Quién ha visto a Dios en el susurro del aire suave?… Todos estos hechos son atribuidos únicamente a Elías y al Espíritu que habita en él.
Ahora bien, se puede hablar de hechos aun más prodigiosos… Elías no ha padecido la muerte hasta el día de hoy, sino que fue arrebatado al cielo. Algunos piensan que vive con los ángeles cuya incorruptibilidad comparte en una vida inmaterial y pura… De hecho, Elías apareció en la transfiguración del Hijo de Dios, viéndolo cara a cara con el rostro descubierto. Al final de los tiempos, cuando se manifestará la salvación de Dios, él mismo proclamará la venida de Dios antes que nadie y la mostrará a todos, y, por muchos otros signos divinos, confirmará el día que hasta ahora está escondido ante el mundo. En aquel día, también nosotros, si estamos preparados, iremos por delante de este hombre admirable que nos prepara el camino que lleva a aquel día. ¡Que nos introduzca en las moradas del cielo, por Cristo Jesús a quien sea dada la gloria, el poder ahora y por los siglos de los siglos!
[*] www.deiverbum.org
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