Lc 3, 15-16.21-22: Bautismo de Jesús (Lc)
/ 5 enero, 2016 / San LucasHomilías, comentarios, meditaciones desde la Tradición de la Iglesia
San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia
Homilía:
Homilía sobre el evangelio de Mateo, n° 12; PG 57, 201.
«El Espíritu Santo descendió sobre Jesús en forma de paloma» (Lc ,).
Consideremos el gran milagro que se produjo después del bautismo del Salvador; es el preludio de los que iban a venir. No se abre el antiguo Paraíso, sino el mismo cielo: » tan pronto como Jesús fue bautizado, se abrieron los cielos » (Mt 3,16). ¿Por qué razón, pues, se abren los cielos?—Para que os deis cuenta que también en vuestro bautismo se abre el cielo, os llama Dios a la patria de arriba y quiere que no tengáis ya nada de común con la tierra… Sin embargo, aun cuando ahora no se den esos signos sensibles, nosotros aceptamos lo que ellos pusieron una vez de manifiesto.
La paloma apareció entonces para señalar como con el dedo a los allí presentes y a Juan mismo, que Jesús era Hijo de Dios. Más no sólo para eso, sino para que tú también adviertas que en tu bautismo viene también sobre ti el Espíritu Santo. Pero ahora ya no necesitamos de visión sensible, pues la fe nos basta totalmente.
Pero ¿por qué apareció el Espíritu Santo en forma de paloma? —Porque la paloma es un ave mansa y pura. Como el Espíritu Santo es espíritu de mansedumbre aparece bajo la forma de paloma. La paloma por otra parte, nos recuerda también la antigua historia. Porque bien sabéis que cuando nuestro linaje sufrió el naufragio universal y estuvo a punto de desaparecer, apareció la paloma para señalar el final de la tormenta, y, llevando un ramo de olivo, anunció la buena nueva de la paz sobre toda la tierra. Todo lo cual era figura de lo por venir… Y, en efecto, cuando entonces las cosas habían llegado a un estado de desesperación, todavía hubo solución y remedio.
Lo que llegó en otro tiempo por el diluvio de las aguas, llega hoy como por un diluvio de gracia y de misericordia… No es tan solo a un hombre, a quien la paloma llama a salir del arca para repoblar la tierra: atrae a todos los hombres hacia el cielo. En lugar de una rama de olivo, trae a los hombres la dignidad de su adopción como niños de Dios.
San Gregorio Nacianceno, obispo y doctor de la Iglesia
Homilía:
Homilía 39, para la fiesta de las Luces: PG 36, 349.
«Se abrió el cielo» (Lc ,).
Cristo se revela, dejémonos iluminar con él; Cristo se hace bautizar, descendamos al mismo tiempo que él, para ascender con él… Juan está bautizando, y Cristo se acerca; tal vez para santificar al mismo tiempo a aquel por quien va a ser bautizado, y sin duda para sepultar en las aguas a todo el viejo Adán. Santificando el Jordán antes de nosotros y por nuestra causa; y de la misma manera que él mismo era espíritu y carne, para iniciarnos mediante el Espíritu y el agua… Jesús por su parte asciende también de las aguas. En efecto, lleva con él al mundo y le hace subir con él. «Ve como se rasgan los cielos y se abren» (Mc 1,10) que Adán había hecho que se cerraran para sí y para su posteridad, del mismo modo que se había cerrado el paraíso con la espada de fuego.
También el Espíritu Santo da testimonio de la divinidad, acudiendo, por cierto, a favor de quien es su semejante; y la voz desciende del cielo, pues se encontraba allí precisamente Aquel de quien se había dado testimonio; del mismo modo que la paloma, aparecida en forma visible, honra su cuerpo, ya que por deificación era también Dios. Así también, muchos siglos antes, la paloma había anunciado el fin del diluvio (Gn 8,11)…
Honremos hoy, por nuestra parte, el bautismo de Cristo, y celebremos con toda honestidad su fiesta… Ojalá que estéis ya purificados, y os purifiquéis de nuevo. Nada hay que agrade tanto a Dios como el arrepentimiento y la salvación del hombre, en cuyo beneficio se han pronunciado todas las palabras y revelado todos los misterios. Sed «como fuentes de luz en el mundo» (Flp 2,15), para que os convirtáis en una fuerza vivificadora para todos los hombres. Sed como lumbreras perfectas que secundan la gran Luz, sed iniciados a l vida de la luz que está en los cielos; sed iluminados con más pureza y claridad por la Trinidad.