Mc 10, 17-30 – El hombre rico y peligro de las riquezas
/ 8 octubre, 2018 / San MarcosTexto Bíblico
17 Cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».18 Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.19 Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».20 Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».21 Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme».22 A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico.
23 Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».24 Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!25 Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».26 Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?».27 Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».28 Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».29 Jesús dijo: «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio,30 recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna.
Sagrada Biblia, Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española (2012)
Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia
San Clemente de Alejandría, obispo
Libro sobre la Salvación de los Ricos: Si quieres ser perfecto
««Una cosa te falta» (Mc 10,21)Capítulos 5. 10: PG 9, 610. 614
Estas palabras pertenecen al evangelio de Marcos, pero exactamente la misma idea aparece en los demás sinópticos donde, con palabras a veces un tanto diferentes, se recoge idéntica doctrina. Y debemos estar plenamente convencidos de que el Salvador nunca se expresó en forma puramente humana, sino que su enseñanza estuvo siempre informada por una divina y mística sabiduría; de que no debemos escuchar sus palabras carnalmente, sino que debemos indagar y profundizar el sentido en ellas oculto mediante una adecuada investigación y poniendo en juego toda la diligencia y sagacidad de nuestra inteligencia.
Si quieres ser perfecto. Luego no era todavía perfecto, ya que nada hay más perfecto que lo perfecto. Además, aquel si quieres expresa de manera contundente y divina la libre facultad de elección de su colocutor. Efectivamente, en el hombre —en su calidad de ser libre— reside la libre elección de la voluntad; en Dios —en su calidad de Señor y árbitro— reside la capacidad de dar. Y da a los que quieren y rezan y con el mayor empeño se esfuerzan por conseguir la propia salvación. Pues Dios no coacciona —la coacción es, en efecto, enemiga de Dios—, sino que da a los que buscan, otorga a los que piden, abre a los que llaman. Por tanto, si quieres, si verdaderamente quieres y no te engañas a ti mismo, procúrate lo que te falta.
Una cosa te falta; lo que te queda por hacer y que es bueno, pero ya al margen de la ley, que no lo da la ley, que no cae dentro de la ley, es propio de los que poseen la verdadera vida. En una palabra, el que había cumplido toda la ley desde pequeño y que había dicho de sí cosas tan grandes y soberbias, con todas ellas no pudo adquirir esa única cosa, que es privativa del Salvador, para arrebatar la vida eterna, cuyo deseo le había movido a dar aquel paso. Se marchó pesaroso, abrumado por las exigencias de una vida, a propósito de la cual había venido a suplicar al Maestro. En realidad, no ambicionaba de verdad la vida, como parecía deducirse de sus palabras; lo único que buscaba es granjearse reputación de buena voluntad: podía ciertamente afanarse por hacer una multitud de cosas, pero era incapaz de hacer aquella única cosa, aquella obra de salvación que debía conducirle a la perfección. Para esta obra era débil e indolente.
Lo mismo que el Señor dijo a Marta cuando, afanada en multitud de ocupaciones, andaba inquieta y nerviosa para dar abasto con el servicio, y tachaba de negligente a su hermana, que, abandonando el servicio, sentada a los pies del Señor, prestaba la atención de una discípula: Andas inquieta con tantas cosas; María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán, así también a éste: le manda que, dando de lado toda enervante ocupación, se centre en una sola y se siente a los pies de la gracia de aquel que personalmente le propone la vida eterna.