Al hacer trabajos en los que hay que poner toda la atención, debemos, de vez en cuando, volver nuestro espíritu hacia Dios. Y si nos hemos olvidado, debemos humillarnos; y de la humildad ir a Dios y de Dios a la humildad; con toda confianza, hablándole como un hijo habla a su madre, pues Él conoce muy bien cómo somos.
septiembre 2016
Lc 10, 13-16 – Subida a Jerusalén: Ciudades impenitentes
La gran fuente de incredulidad son el orgullo y la vanidad. Es propio del orgullo arrastrar a las almas a toda clase de males, pero sobre todo a aquellos que nos hacen aferrarnos de tal modo al propio juicio, que nos obstinamos en no someterlo a nadie, por autoridad que pueda tener sobre nosotros. ¡Dios mío, en qué peligro están las almas que se dejan llevar así por su propio juicio estimándolo tan alto! Porque la pasión nos lleva hasta la obstinación.
Jn 1, 47-51 – Veréis a los ángeles de Dios
Los ángeles suben por él y bajan por nosotros, o mejor dicho, bajan con nosotros. Estos espíritus bienaventurados suben por la contemplación de Dios y descienden para tener cura de nosotros y para guardarnos en nuestros caminos. (Sal 91(90),11) Suben a Dios para gozar de su presencia, bajan hacia nosotros para obedecer a sus órdenes, ya que Dios les encargó de protegernos con sus cuidados. De todas formas, aunque descendiendo hacia nosotros, no están privados de la gloria de su felicidad, ya que ven, sin cesar, el rostro del Padre…
Santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia (1 de octubre) – Homilías
Santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, que entró aún muy joven en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Lisieux, llegando a ser maestra de santidad en Cristo por su inocencia y simplicidad. Enseñó el camino de la perfección cristiana por medio de la infancia espiritual, demostrando una mística solicitud en bien de las almas y del incremento de la Iglesia, y terminó su vida a los veinticinco años de edad, el día treinta de septiembre († 1897).
San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia (30 de septiembre) – Homilías
San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, cultivando con esmero todos los saberes, y allí recibió el bautismo cristiano. Después, captado por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética yendo a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, fijando su residencia en Belén de Judea vivió una vida monástica dedicado a traducir y explicar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe de muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegando a una edad provecta, descansó en la paz del Señor (420).
San Vicente de Paúl, presbítero (27 de septiembre) – Homilías
San Vicente de Paúl, presbítero, quien, lleno de espíritu sacerdotal, y que en París se dedicó al cuidado de los pobres, pudo reconocer el rostro de Dios en cada uno de las personas sufrientes. Fundó la Congregación de la Misión (Paúles), y también, con la colaboración de Santa Luisa de Marillac, fundó la Congregación de las Hijas de la Caridad, para restaurar la vida normal típica de la Iglesia primitiva, para formar un sacerdocio santo y para ayudar a los pobres.
Domingo XXVIII Tiempo Ordinario (C) – Homilías
«Tu fe te ha salvado». San Lucas subraya el contraste entre los nueve leprosos que no regresan y el que sí vuelve sobre sus pasos para dar gloria a Dios. Todos han quedado limpios de su lepra, pero sólo este ha sido «salvado», porque sólo él ha sabido reconocer en Jesús al Salvador. Por eso se le dice: «Tu fe te ha salvado». Y es que Jesús obra el milagro para provocar la fe y realizar así la curación de otra enfermedad más grave y profunda. Los beneficios que recibimos de Dios son signos de su poder salvador y de su amor misericordioso.
Sábado XXVI Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
La cruz nos trae admirable utilidad: ella nos sirve de arma saludable y es un escudo impenetrable contra los tiros del demonio. Armémonos con la Cruz en la guerra que nos hace, no llevándola solamente como estandarte, sino sufriendo los trabajos que son el verdadero aparato de la cruz.
Viernes XXVI Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
Se designa con el nombre de amanecer o alba a toda la Iglesia de los elegidos, ya que el amanecer o alba es el paso de las tinieblas a la luz de la fe. Y así, a imitación del alba, después de las tinieblas se abre al esplendor de la claridad celestial… Efectivamente, la santa Iglesia, por su deseo del don de la vida celestial, es llamada alba, porque, al tiempo que va desechando las tinieblas del pecado, se va iluminando con la luz de la justicia.
Jueves XXVI Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
Job, dechado de paciencia, ¿qué misterios no contiene en sus palabras? Empieza en prosa, prosigue en verso y termina nuevamente en prosa, y fija las reglas de toda dialéctica en el modo de utilizar la proposición, la inducción, la confirmación y la conclusión. Cada palabra está llena de sentidos, y para no decir nada de otros puntos, profetiza de tal manera la resurrección de los cuerpos, que nadie ha escrito de ella ni más clara ni más prudentemente.