El cortesano es todo hombre, no sólo porque se acerca al Rey de todas las cosas, en cuanto al alma, sino porque él tiene el dominio de todo, cuyo hijo (esto es, la mente) tiene fiebre por todas las malas pasiones y deseos. Y se acerca a Jesús rogándole que baje, esto es, que use de la condescendencia de su misericordia y perdone los pecados, antes que sea muerto por la debilidad de sus pasiones. Pero el Señor le dice: «Ve», esto es: «manifiesta tu marcha continua en dirección del bien, porque entonces tu hijo vivirá; pero si cesas de andar, te mortificará tu conciencia acerca de la ejecución del bien».
marzo 2014
Jn 9, 1-41: Curación de un ciego de nacimiento
El género humano está representado en este ciego, y esta ceguedad viene por el pecado al primer hombre, de quien todos descendemos. Es, pues, un ciego de nacimiento. El Señor escupió en la tierra y con la saliva hizo lodo, “porque el Verbo se hizo carne” ( Jn 1,14). Untó los ojos del ciego de nacimiento. Tenía puesto el lodo y aun no veía, porque cuando lo untó, quizá le hizo catecúmeno. Le envió a la Piscina que se llama Siloé, porque fue bautizado en Cristo, y fue entonces cuando lo iluminó. Tocaba al Evangelista el darnos a conocer el nombre de esta Piscina, y por eso dice: “Que quiere decir Enviado”, porque si Aquél no hubiera sido enviado, ninguno de nosotros habría sido absuelto del pecado.
Domingo IV Tiempo de Cuaresma (A) – Homilías
El ciego de nacimiento representa al hombre marcado por el pecado, que desea conocer la verdad sobre sí mismo y sobre su destino, pero se ve impedido por una enfermedad congénita. Sólo Jesús puede curarlo: él es “la luz del mundo” (Jn 9, 5). Al confiar en él, todo ser humano espiritualmente ciego de nacimiento tiene la posibilidad de “volver a la luz”, es decir, de nacer a la vida sobrenatural.
Mc 12, 28b-34 : El mayor de los mandamientos
Estos dos mandamientos están vinculados el uno con el otro, y pueden intercambiarse entre sí, puesto que el que ama a Dios ama sus obras, y debe por consiguiente amar a todos los hombres. Recíprocamente, el que ama al prójimo, que con frecuencia es causa de tropiezo, con mucha más razón debe amar a Aquél de quien siempre está recibiendo beneficios.
Lc 11, 14-23: Jesús contra Beelzebul
Llama mudo y sordo al demonio, porque infunde las pasiones para que no se oiga la divina palabra; porque los demonios privando a los hombres de la aptitud para obrar bien, cierran el oído de nuestra alma. Por esto vino Jesucristo a arrojar al demonio, para que podamos oír la palabra de la verdad. Curó a uno para dar a todos la salud.
Miércoles III del Tiempo de Cuaresma – Homilías
Revestir el nombre de Cristo sin seguir el camino de Cristo ¿no es traicionar el nombre divino y abandonar el camino de la salvación? Porque el mismo Señor enseña y declara que el hombre que guarda sus mandamientos entrará en la vida… Toda predicación buena y saludable no aprovechará al predicador si la palabra que sale de su boca no se convierte luego en actos.
La Anunciación del Señor (25 de marzo) – Homilías
Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los labios al consentimiento, las castas entrañas al Criador. Mira que el deseado de todas las gentes está llamando a tu puerta. Si te demoras en abrirle, pasará adelante, y después volverás con dolor a buscar al amado de tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento. «Aquí está la esclava del Señor, -dice la Virgen- hágase en mí según tu palabra.»
Lc 4, 24-30: Nadie es profeta en su tierra
No debe causar extrañeza que perdiesen su salvación, aquellos que arrojaron al Salvador de sus confines. El Señor, pues (que había enseñado a los apóstoles con su ejemplo cómo debe tratarse a los demás), ni rechaza a los que quieren estar con El, ni obliga a los que no quieren; ni hace oposición a los que le arrojan, ni desoye a los que le piden.
Domingo III Tiempo de Cuaresma (A) – Homilías
Jesús, como dice san Agustín, «tenía sed de la fe de esa mujer» (In Ioh. Ev., 15, 11), al igual que de la fe de todos nosotros. Dios Padre lo envió para saciar nuestra sed de vida eterna, dándonos su amor, pero para hacernos este don Jesús pide nuestra fe. La omnipotencia del Amor respeta siempre la libertad del hombre; llama a su corazón y espera con paciencia su respuesta.
Mt 21, 33-43.45-46: Parábola de los viñadores homicidas
A cada uno se le entrega su viña para que la cultive cuando se le administra el sacramento del bautismo, para que trabaje por medio de él. Es enviado un siervo, otro, y un tercero… El enviado es muerto y arrojado fuera, se desprecia su predicación o lo que es peor, se blasfema de él. Mata al heredero en cuanto a sí, todo aquel que ultraje al Hijo de Dios y ofenda al Espíritu de su gracia. Una vez perdido el mal cultivador, la viña fue entregada a otro, como sucede con el don de la gracia, que el soberbio menosprecia, y el humilde recoge.