Por tanto, si Suyo es el reino, a nadie hay que temer, como quiera que nadie puede enfrentarse con Él, ni interferir en el mando. Porque cuando se dice: «Tuyo es el reino», ponemos de manifiesto que también el enemigo que nos hace la guerra le está sometido, por más que aparentemente se le enfrente, en cuanto así lo permite Dios temporalmente. Pero en realidad, también él es uno de sus siervos, aunque de los deshonrados y reprobados, y no se atrevería él jamás a atacar a ninguno de los que son siervos Suyos, como él lo es, de no recibir para ello potestad de lo alto.
enero 2018
Martes III Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
Ya que en Su voluntad está la vida, no podemos dudar lo más mínimo de que nada encontraremos que nos sea más útil y provechoso que aquello que concuerda con el querer divino. Por tanto, si en verdad queremos conservar la vida de nuestra alma, procuremos con solicitud no desviarnos en lo más mínimo de la voluntad de Dios.
Lunes III Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
El diablo y sus ángeles dirigen sus insidias y se aplican a tentar de innumerables maneras al hombre que tiende hacia las alturas, ya sea amedrentándole en lo adverso o corrompiéndole en la prosperidad. Pero «el que está con nosotros es mayor que el que está contra nosotros» (1 Jn 4,4). A los que están en paz con Dios y que continuamente dicen de todo corazón a su Padre: «hágase tu voluntad», no podrá vencerlos ningún combate ni dañarlos ningún conflicto.
Sábado II Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
Israel entendió siempre sus desgracias como castigo de Dios por sus infidelidades. La voz de los elegidos se alza entonces en un grito de socorro. El mismo pueblo, aunque humillado y castigado, continúa siendo el pueblo de Dios. La misericordia de Dios prevalecerá sobre la miseria de su pueblo, y lo sacará de la desgracia. Su misericordia y fidelidad son eternas.
Viernes II Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
Los obispos tienen dos deberes: el primer deber del obispo es estar con Jesús en la oración. La primera tarea del obispo no es hacer planes pastorales. No, no. ¡Rezar! Esa es la primera tarea. El segundo deber es ser testigo, es decir, predicar. Predicar la salvación que el Señor Jesús nos ha traído. Dos tareas nada fáciles, pero son precisamente esos dos deberes los que hacen fuertes a las columnas de la Iglesia. Si esas columnas se debilitan, porque el obispo no reza o reza poco, o se olvida de rezar; o porque el obispo no anuncia el Evangelio, y se ocupa de otras cosas, la Iglesia también se debilita, sufre. El pueblo de Dios sufre porque las columnas son débiles.
Jueves II Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
La envidia mata, y no tolera que otro tenga algo que yo no tengo. Y siempre sufre, porque el corazón del envidioso y del celoso sufre. Es un corazón sufriente. Es un sufrimiento que desea la muerte de los demás. Y cuántas veces en nuestras comunidades –no tenemos que ir muy lejos para ver esto– por celos se mata con la lengua. Uno tiene envidia de ese, de aquel otro y comienzan las murmuraciones: ¡y las murmuraciones matan! Y yo, pensando y reflexionando en este pasaje de la Escritura, invito a mí mismo y a todos a buscar si en mi corazón hay algo de celos, hay algo de envidia, que siempre lleva a la muerte y no me hace feliz; porque siempre esa enfermedad te lleva a mirar lo bueno del otro como si fuese contra ti. ¡Y eso es un pecado feo! Es el inicio de tantas criminalidades. Pidamos al Señor que nos dé la gracia de no abrir el corazón a los celos, de no abrir el corazón a las envidias, porque esas cosas siempre llevan a la muerte.
Miércoles II Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
El enemigo te da la muerte con tu misma espada; con tus mismas armas te vence y te asesina. Acepta el precepto, sabiendo que no es un arma con la que el enemigo te da muerte, sino con la que tú se la das a tu enemigo. Pero no presumas de tus fuerzas. Contempla al joven David contra Goliat: contempla al pequeño contra el grande; pequeño pero presumiendo del nombre de Dios: «Tú con escudo y lanza; yo en nombre del Señor omnipotente». Así, así y no de otra manera has de luchar; no hay otra manera de derrotar al enemigo. Quien presume de sus fuerzas, antes de la lucha ya está derrotado.
Martes II Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
En definitiva, ¿este es el santo Rey David? Sí, santo, elegido por el Señor, elegido por el pueblo de Dios, fue también un gran pecador, pero pecador arrepentido. A mí me conmueve la vida de este hombre y me hace pensar en la nuestra. Todos hemos sido elegidos por el Señor en el Bautismo, para estar en su pueblo, para ser santos; hemos sido consagrados por el Señor, en este camino de la santidad. Sin embargo, leyendo la historia de este hombre —un recorrido que comienza desde pequeño y llega hasta ser anciano— que hizo tantas cosas buenas y otras no tan buenas, pienso que en el camino cristiano, en el camino que el Señor invita a hacer, no hay ningún santo sin pasado, pero tampoco ningún pecador sin futuro.
Lunes II Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
La rebelión –dice Samuel– es pecado de adivinación, la obstinación es idolatría. Los cristianos obstinados en el siempre se ha hecho así, pecan de adivinación. Es como si fuesen a una adivina: es más importante lo que se ha dicho y no cambia; lo que yo siento –en mí, en mi corazón cerrado– que la Palabra del Señor. Y es pecado de idolatría la obstinación: ¡el cristiano que se obstina, peca de idolatría! ¿Y cuál es el camino? Abrir el corazón al Espíritu Santo, discernir cuál es la voluntad de Dios.
Sábado I Tiempo Ordinario (Par) – Homilías
La verdadera justicia se compadece de los pecadores, pero la falsa justicia se aparta de ellos. Por eso Cristo recibió con amorosa compasión al publicano y a la Magdalena, la pecadora. ¡Con qué magnífica plasticidad nos pinta Jesús su infinito amor hacia los pecadores en las parábolas del Buen Pastor y del hijo pródigo! ¿Dónde estaríamos si el Señor no nos hubiera reconciliado con su infinito amor?