Muchos consideraron el hecho de la Resurrección como algo absurdo, pues es impensable que alguien pudiera regresar de la tumba. La Iglesia ha creído, por el testimonio de los apóstoles, que la resurrección es un hecho real, palpable. Ellos vieron y tocaron al Señor y su testimonio es válido también para nosotros hoy. ¿Cómo podemos nosotros hoy «tocar» al resucitado. ¿Cuál es el signo distintivo de quienes han tenido esta experiencia?
Alfertson Cedano
Jn 20, 11-18 – Aparición a María Magdalena
A María Magdalena el Señor le dijo: “Suéltame, pues todavía no he subido al Padre” (Jn 20, 17). María Magdalena quería volver a tener a su Maestro como antes, considerando la cruz como un dramático recuerdo que era preciso olvidar. Sin embargo, ya no era posible una relación meramente humana con el Resucitado. Para encontrarse con él no había que volver atrás, sino entablar una relación totalmente nueva con él: era necesario ir hacia adelante.
Mt 28, 8-15: Aparición a las santas mujeres y soborno de los soldados
Tenemos hoy la oportunidad de asirnos a los pies del resucitado y adorarlo, ponernos en camino, a avisar a nuestros hermanos esta Buena Noticia. Esto será posible si la Pascua ha destruído en nosotros los ídolos que nos esclavizan, si hemos sido introducidos en una dinámica de libertad. Pero, ante la Pascua podemos optar por otra postura: todo es mentira, invención de unas mujeres las cuales no son dignas de crédito. ¿Qué camino escogerás?
Solemne Vigilia Pascual (A) – Homilías
El acontecimiento de la muerte de Jesús implica una novedad única que cambia el mundo. En nuestra muerte el partir es algo definitivo; no hay retorno. Jesús, en cambio, dice de su muerte: «Me voy y vuelvo a vuestro lado». Precisamente al irse, regresa. Su marcha inaugura un modo totalmente nuevo y más grande de su presencia. Con su muerte entra en el amor del Padre. Su muerte es un acto de amor. Ahora bien, el amor es inmortal. Por este motivo su partida se transforma en un retorno, en una forma de presencia que llega hasta lo más profundo y no acaba nunca.
Santo Triduo Pascual: Jueves Santo. Misa de la Cena del Señor – Homilías
San Juan describe con dos palabras el contenido de esa hora: paso (metabainein, metabasis) y amor (agape). Esas dos palabras se explican mutuamente: ambas describen juntamente la Pascua de Jesús: cruz y resurrección, crucifixión como elevación, como «paso» a la gloria de Dios, como un «pasar» de este mundo al Padre. No es como si Jesús, después de una breve visita al mundo, ahora simplemente partiera y volviera al Padre. El paso es una transformación. Lleva consigo su carne, su ser hombre. En la cruz, al entregarse a sí mismo, queda como fundido y transformado en un nuevo modo de ser, en el que ahora está siempre con el Padre y al mismo tiempo con los hombres.
Judas Iscariote: cuando es de noche en el alma
Judas, habiendo estado tan cerca de la Luz parece haberse cerrado a ella. Es significativo el comentario del evangelista Juan cuando Judas sale del cenáculo para entregar a Jesús: «Era de noche» (Jn 13,30). La expresión no se refiere sólo a la hora en que partió, sino a la situación del alma de Judas: «Es vuestra hora y la del poder de las tinieblas» (Lc 22,53). El Maligno intenta llevar al hombre por el camino de la desesperanza para conducirlo a la desesperación. Mientras hay un hilo de esperanza nada ni nadie está definitivamente perdido. El destino de Judas, como el de todo hombre, está en manos de Dios.
Mt 26, 14-25: Anuncio de la traición de Judas y preparativos de Pascua
«¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!» No dijo: ay del hombre que le entregará, sino por quien será entregado, dando a conocer que era otro quien entregaba al Señor, esto es, el diablo, siendo el mismo Judas el ministro de la traición. ¡Ay, pues, de todos los traidores de Cristo! porque quien entrega a los discípulos de Cristo entrega al mismo Jesucristo.
Jn 13, 21-33.36-38: Traición de Judas y despedida
Para que la Palabra sea eficaz es necesario vernos reflejados en su luz. ¿Cómo situarnos frente a esta Palabra? Hay algo o mucho de Judas en nosotros: cuando somos tentados de traicionar el SÍ dado (en el matrimonio, en el sacerdocio, en la virginidad…), cuando despreciamos el amor por el dinero y el poder…; entonces, dando la espalda a la Vida, salimos, y hace noche, todo se entenebrece dentro de aquel que, por tanto, había sido llamado a participar de la Luz. ¡Sí! Judas podemos ser (somos) tú y yo. La diferencia sería poder llorar y confesar nuestro pecado.
Jn 12, 1-11: La unción en Betania
Es la última semana de la vida pública de Jesús. Como aquella primera semana de su vida pública (Jn 2, 1+), ésta concluirá con la manifestación de la gloria de Jesús. Pero ya nos nos hallamos como en Caná en tiempo de signos. Definitivamente, ha llegado la «hora» de que el Hijo del hombre sea glorificado.
Jn 11, 45-57: Las autoridades judías deciden dar muerte a Jesús
Todo está preparado para la Pasión. Las controversias narradas en los capítulos 7,8 y 10 de Jn, apoyadas en los grandes milagros del ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro, provocan por una parte la decisión de las autoridades judías de «hacer morir» a Jesús, y por otra, el entusiasmo de la gente que veremos el Domingo de Ramos, cuando Jesús entra en Jerusalén. La profecía de Caifás, Sumo Sacerdote, es impresionante: «Conviene que muera uno solo por todo el pueblo». Dirá el Crisóstomo: «Siendo indigno de la función de Sumo Sacerdote, Caifás profetizó. La Gracia se sirvió de sus labios, pero no tocó su corazón impuro…»