…la cierva sedienta es el símbolo del orante que tiende con todo su ser, cuerpo y espíritu, hacia el Señor, al que siente lejano pero a la vez necesario: «Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo» (Sal 41, 3). En hebraico una sola palabra, nefesh, indica a la vez el «alma» y la «garganta». Por eso, podemos decir que el alma y el cuerpo del orante están implicados en el deseo primario, espontáneo, sustancial de Dios…
Alfertson Cedano
Lc 13, 18-21: Parábolas del grano de mostaza y de la levadura
El mismo Señor, es un grano de mostaza: mientras no fue agredido, el pueblo no lo conocía; eligió ser triturado…; eligió ser apresado… optó por ser sembrado, como el grano «que alguien compra para sembrar en su jardín». Porque es en un jardín, donde Cristo ha sido plantado y enterrado; si creció en dicho jardín, también en él resucitará… Por lo tanto también vosotros, sembrad a Cristo en vuestro jardín…
Lc 6, 12-19 Elección de los doce – La muchedumbre sigue a Jesús
Apóstol significa «enviado». Este término, conocido ya en el mundo judío y en el mundo griego, ha llegado a designar en el cristianismo a los misioneros «enviados» como testigos de Cristo, de su vida, de su muerte y de su resurrección. Ante todo se refiere a los Doces Apóstoles, pero también a un círculo más amplio de discípulos. Cristo envió a los apóstoles que había escogido, dándoles el mandato de anunciar el Evangelio. Quienes con la ayuda de Dios, han acogido el llamamiento de Cristo y han respondido libremente a ella, se sienten por su parte urgidos por el amor de Cristo a anunciar por todas partes en el mundo la Buena Nueva. Este tesoro recibido de los Apóstoles ha sido guardado fielmente por sus sucesores. Todos los fieles de Cristo son llamados a transmitirlo de generación en generación, anunciando la fe, viviéndola en la comunión fraterna y celebrándola en la liturgia y en la oración (cf. Hch 2,42).
Lc 18, 9-14: El fariseo y el publicano
La soberbia es el menosprecio de Dios. Cuando alguno se atribuye las buenas acciones que ejecuta y no a Dios, ¿qué otra cosa hace más que negar a Dios? La causa que tienen para confiar en sí mismos, consiste en no atribuir a Dios lo bueno que hacen, por cuya razón el Señor propone esta parábola, para los que le menosprecian por los demás.
XXX Domingo Tiempo Ordinario (C) – Homilías
La oración del fariseo tiene algunas perfecciones externas: se hace en el templo, en la actitud acostumbrada por los judíos, ofreciendo una acción de gracias, etc., pero es rechazada porque le falta lo principal. No busca en Dios lo que únicamente se debe a Dios: la salvación. Da gracias porque se cree justo, no como los demás hombres, que son injustos y pecadores… La oración del publicano es todo lo contrario: pide a Dios lo que solo Él puede dar, la salvación. No solo en el templo y ante el altar es preciso vivir en profundidad la actitud humilde del cristiano consciente ante Dios. También en nuestra vida diaria y en nuestras relaciones con los demás podemos pecar de ser engreídos y presumidos. Solo viviendo siempre en la humildad se hace nuestra vida íntegramente auténtica ante Dios y ante los hombres, nuestros hermanos.
Lc 12, 54-59 : Los signos de los tiempos
Pertenece a Dios saber cuando vendrá el fin del mundo: sea cuando sea, ahora es el tiempo de la fe… Para cada uno de nosotros el tiempo está cerca, porque somos mortales. Caminamos entre peligros.
Lc 12, 39-48: Parábolas de la vigilancia (ii) – Administrador fiel
No haría falta que este día nos cogiera de improviso, sin preparar, como un ladrón durante la noche… Que el temor, estando alerta, nos mantenga siempre preparados, hasta que la seguridad suceda al temor, y no el temor a la seguridad.
Lc 12, 35-38: Parábolas de la vigilancia (i) – Lámparas encendidas
Esta somnolencia es un embotamiento del alma, que no se deja inquietar por toda la injusticia y el sufrimiento que devastan la tierra. Es una insensibilidad que prefiere ignorar todo eso; se tranquiliza pensando que, en el fondo, no es tan grave, y así puede permanecer en la autocomplacencia de la propia existencia satisfecha. Pero esta falta de sensibilidad de las almas, tanto por lo que se refiere a la cercanía de Dios como al poder amenazador del mal, otorga un poder en el mundo al maligno.
Jeremías: Profeta a pesar suyo
Jeremías, el hombre que sólo había profetizado ruina y destrucción, que había llamado sin cesar –y sin ser escuchado– a la conversión y al cambio de corazón, el profeta que había denunciado y desenmascarado las falsas esperanzas del pueblo… él mismo se convertirá –cuando todo esté perdido y el desastre sea total– en el profeta de la esperanza…
Lc 11, 47-54: Advertencias a fariseos y escribas (iii) – Ni entráis ni dejáis entrar
Cuando un cristiano se convierte en discípulo de la ideología, ha perdido la fe y ya no es discípulo de Jesús. Y el único antídoto contra tal peligro es la oración.